Una de las calles
principales de Madrigalejo está dedicada a Luisa Fortuna. Es una de las vías
de entrada a la localidad, que llega hasta la Plaza de España. Hace un siglo era
conocida como calle de los “Mesones”, un significativo nombre teniendo en
cuenta que por esta misma vía pasaba el camino por donde transitaban viajeros y,
sobre todo, peregrinos que se dirigían a Guadalupe, y estos viajeros y
peregrinos debían encontrar, en esta calle, establecimientos donde hacer
parada, repostar y descansar de su largo viaje.
El 29 de mayo de 1921, según aparece en el Libro de
Actas del Ayuntamiento, la Corporación Municipal aprueba por unanimidad que la
calle de los Mesones pase a denominarse de Luisa Fortuna. Y después de haber
pasado un siglo del cambio de nombre, los madrigalejeños nos preguntamos quién debió
ser aquella mujer que mereció tal homenaje.
Algunos
datos biográficos
Luisa Fortuna Gómez vivió a caballo entre el siglo XIX
y XX. Pertenecía a una familia acomodada, propietaria de tierras. Era hija de Pedro
Fortuna, natural de Madrigalejo, y de María Gómez, oriunda de Orellana de la
Sierra, y vecinos ambos de Madrigalejo, con domicilio en la Calle de los
Mesones, nº13.
Sabemos que se casó con José Sánchez Moreno y que tenían
su casa en la Plaza -indistintamente los documentos hablan de calle de la
Iglesia y calle de la Plaza-. Intuimos que puede ser la casa que hoy se rotula con
el nº5 de la Plaza de España, porque fue la casa de su heredera y sobrina, la
señorita Nieves Lozano de Sosa Fortuna, y que está enterrada en el mismo
panteón familiar.
Su vida conyugal no fue fácil, porque fue una continua
sucesión de nacimientos y muertes en un corto espacio de tiempo. Estas
circunstancias debieron generar en Luisa Fortuna un gran sufrimiento:
-En
enero de 1870, nació su primera hija, Antonia Sánchez Fortuna, y a los seis
meses de vida, el 26 de julio, falleció de una gastroenteritis ulcerosa.
-Un
año después, el matrimonio tuvo otra hija, a la que pusieron el mismo nombre,
Antonia. Vivió tan solo diez meses; murió el 1 de julio de 1872.
-Tuvieron
un hijo varón en enero de 1873, a quien llamaron Fermín. La muerte de nuevo
llamó a sus puertas y falleció a los seis meses de su nacimiento, el día
primero de agosto del mismo año.
-En
1874 nació el cuarto vástago, una hija, a la que pusieron el nombre de Julia.
-En
septiembre del 75 nació Ana Josefa, que falleció en junio de 1876, a los 9
meses de edad.
-Ese
mismo año 76, en octubre, vino al mundo Lucila, que hacía el sexto lugar entre
los hijos del matrimonio.
-Por
último, 1877 fue un año aciago. El día primero de enero falleció su marido,
José Sánchez Moreno, a los 51 años de edad. Ese mismo año le siguieron las dos
hijas que le quedaban: Julia falleció el 31 de mayo, a los tres años de edad, y
el 26 de julio dejó de existir Lucila, con tan solo nueve meses.
Por tanto, en esos 7 años, Luisa Fortuna pasó de ser una mujer recién casada, con la posibilidad de tener una familia numerosa, a quedar viuda y sin haberle sobrevivido ninguno de los seis hijos que tuvo.
Un
acto de generosidad.
Poco más sabemos de su vida personal, pero sí tenemos
conocimiento de algunos de sus gestos que tuvieron repercusiones en la vida de
la comunidad.
Estamos ya en la segunda década del siglo XX y el
municipio se había embarcado en un proyecto muy importante para el futuro de
sus vecinos: la construcción de unas Escuelas Públicas para niños de
ambos sexos. Las obras se iban dilatando a lo largo de varios años,
fundamentalmente por la carencia de recursos. Así, en dos sesiones plenarias de
1918[1], se da cuenta de la falta
de fondos para continuar las obras, porque, aunque se utiliza la mano de obra
de los obreros que están en paro, los materiales son muy caros y se expone que,
cuando se terminen los fondos, habría que recurrir a los mayores contribuyentes
para salvar la situación. Y entre los mayores contribuyentes se encontraba doña
Luisa Fortuna.
No sabemos si hubo llamada a los grandes hacendados o
si fue Luisa Fortuna la que se ofreció al conocer la situación. Lo cierto es
que, en marzo de 1921, la corporación decide conceder un voto especial de
gracia a doña Luisa, librándola del pago que le correspondía por derecho del
panteón familiar que había construido en el cementerio “como pago y merecido
agradecimiento a que es acreedora, por la obra llevada a efecto en pro de su
pueblo, al llevar sola por sí el coste para la terminación de las Escuelas
Públicas de ambos sexos de esta localidad” [2].
Y dos meses después, la corporación municipal acuerda
por unanimidad que:
“Reconocido
por este Ayuntamiento el favor y sacrificio que la bondadosa señora doña Luisa
Fortuna Gómez ha llevado a efecto en pro de su pueblo con la terminación de los
locales para Escuelas Públicas de ambos sexos, obra de tan importantísima
consideración, en homenaje y agradecimiento de todo ello, se le dé a la
calle de Mesones el nombre verdadero de tan caritativa señora, o sea, el de Dª Luisa
Fortuna Gómez…”[3].
Por tanto, bien claro lo dicen las actas, fue Luisa
Fortuna quien asumió el coste de la terminación de la Escuelas Públicas que tan
necesarias eran. Y entre los homenajes por su contribución en favor de la
educación en Madrigalejo, también se colocó una placa de mármol blanco en el
edificio de las nuevas escuelas que dice así:
HOMENAJE A
Dª LUISA FORTUNA GÓMEZ,
PROTECTORA DE LA INSTRUCCIÓN.
MADRIGALEJO 1º DE SEPTIEMBRE DE 1921.
Esta placa sigue estando presente en la fachada de
aquellas escuelas, en el mismo edificio, situado en la calle Lorenza Gallego,
esquina con Curro Broncano. Es una construcción de dos plantas y, en cada una,
se habilitaron dos aulas de gran amplitud -hay que tener en cuenta que la ratio
de alumnos por aula de entonces era muy superior al actual-. Las escuelas estuvieron
funcionando unos sesenta años, hasta la construcción del nuevo colegio en la
calle Enriaderas. Y a lo largo de tantos años, fuimos muchos madrigalejeños los
que pasamos por aquellas aulas. Hoy en día este edificio acoge a la Biblioteca
Pública Municipal y al NCC -Nuevo Centro de Conocimiento- o Centro de Competencias
Digitales, por lo que su razón de ser, en pro de la educación y de la cultura,
sigue estando presente.
Preparando
su sepultura
En octubre de 1918, viendo ya el ocaso de su vida, Dª
Luisa Fortuna solicitó al Ayuntamiento “edificar un portal por dentro del
cementerio, en su extremo norte, que sirviera de resguardo a las puertas de
entrada del cementerio, a la vez que el resto del portal como depósito para los
cadáveres que fuese preciso, y por fuera del portal, pero muy inmediato,
construir un panteón familiar”[4]. Las obras de los portales
corrían también a su costa y la corporación municipal accedió a tal petición.
Más arriba hemos podido ver que el panteón familiar ya
estaba construido en 1921, y en él fue enterrada al fallecer; óbito que tuvo
lugar el día 13 de octubre de 1923.
No
podemos menos que congratularnos con la decisión de la corporación municipal de
1921, al poner el nombre a una de sus calles principales de una persona
benefactora de la educación y la enseñanza en Madrigalejo, y más, siendo mujer,
en un tiempo en el que empezaban a surgir los movimientos feministas.
Guadalupe Rodríguez Cerezo.
[1] Archivo
municipal de Madrigalejo. Signatura: 01.01.21. 29/septiembre/1918 y
3/noviembre/1918.
[2] Ibidem,
27/marzo/1921.
[3] Ibidem.
Sesión de pleno de 29 de mayo de 1921.
[4] Ibidem.
Sesión de penos del 27 de octubre de 1918.
Gracias Guadalupe, me encanta conocer las historias antiguas de nuestro pueblo. Ver morir a todos sus hijos debió ser terrible para ella.
ResponderEliminarSí, la verdad es que tuvo que ser muy duro. Muchas gracias, Romy.
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