La
primera parte de esta entrega de “Vamos a Callejear” terminaba con la escena de
tres vecinas charlando sobre la ermita de San Gregorio y las Enriaderas.
El
final de la calle Gallego Fortuna marcaba el término del casco urbano de
Madrigalejo hasta el siglo XIX. La ermita de San Gregorio estaba situada en el
extrarradio, lo mismo que el cementerio viejo, que había sido construido en
1820, en un espacio que hoy ocupan solares entre las calles Badajoz, Pizarro
y Alonso de Ojeda. Para construir este cementerio, se utilizó el
material de las ruinas de la ermita de San Sebastián, que antaño estuvo situada
en la otra punta de la localidad, allá por los Barrios Altos. Por su parte, la
ermita de San Gregorio podría darse por desmantelada a finales del siglo XVIII.
El
antiguo camposanto estuvo en activo hasta 1912, año en el que se inauguró el
cementerio actual. Quedó totalmente clausurado y limpio de todos los restos en
1932; últimos restos que fueron depositados en el osario del cementerio nuevo.
Al
ir creciendo la población, fue necesario construir nuevas viviendas y habilitar
nuevas calles, de tal forma que se amplió el perímetro urbano también por esta
parte. El ensanche fue planificado con una estructura en damero o cuadrícula, y
se fue poblando a lo largo de mediados y finales del S. XX.
La calle Pizarro es la prolongación de
Gallego Fortuna. Pero antes, salía por la derecha el camino que iba hacia las Enriaderas,
camino que se convirtió en calle, tomando también su nombre. A su vez, de las
Enriaderas salen actualmente las calles Cid
y Prados, Así como su prolongación, llamada calle Canal de
Orellana.
De
la calle Pizarro, salen dos vías perpendiculares: las calles Cáceres y Badajoz.
A su vez, la calle Pizarro desemboca actualmente en la plazuela que une los dos
tramos de la calle Alonso de Ojeda.
Y paralela a Alonso de Ojeda, se encuentra la calle Daoiz y Velarde.
¿De
dónde vienen los nombres de estas vías? Pues bien, a la hora de rotular las
nuevas calles, el Ayuntamiento se inclinó fundamentalmente en dos direcciones;
por una parte, con personajes históricos, y por otra, con apellidos
madrigalejeños. Los personajes elegidos para identificar las calles fueron: Cid,
Daoiz y Velarde, así como los conquistadores Pizarro y Alonso
de Ojeda. Y los apellidos que encontramos en estas calles, tales como Recio,
Grijota, Prados o Fernández Rentero, se pusieron en
compensación a las personas propietarias de los terrenos que se expropiaron
para trazar dichas vías. Caso diferente son las calles Cáceres y Badajoz,
que anteriormente eran nombradas Capitán Arce (militar fallecido en el
desastre de Annual, en la guerra de África) y 1º de junio, cuyo cambio
de nomenclatura tuvo lugar en la década de los 80 del siglo pasado.
Y,
por último, Canal de Orellana. Un nombre bien justificado por los
beneficios que ha aportado a nuestra localidad el agua de riego que nos llega a
través de esta infraestructura y que ha supuesto una gran transformación en la
agricultura de nuestro pueblo. Recordemos que este año se está celebrando el 50
aniversario de la total puesta en regadío de la zona que abarca el Canal de
Orellana.
Hasta aquí ha llegado el repaso del urbanismo en parte de nuestro pueblo. Pero no olvidemos también que, por este camino, se llegaba a las Matas, zona de dehesas y pastoreo, fincas en las vivían y trabajaban muchos madrigalejeños. Por ello, vamos a terminar este recorrido con un pequeño homenaje a aquellos pastores que día y noche pasaban en las majadas.
REUNIÓN
DE PASTORES EN UNA NOCHE DE VERANO
-Dura
jornada la de hoy.
-El
calor nos tiene a toos agotaos. Así está también el ganao…
-¿Oís
los campanillos? Ahora es cuando puden llenar la panza.
-Pobres
ovejas…, con la calor, no pueen con su alma, están to el día acarrás.
-¿Y
pa beber?, cada vez hay menos agua en las charcas. Ya mismo tendremos que
empezar la tarea de llevar el rebaño a beber al río cada mañana.
-Aprovechad
y remojaros bien en el río, que estéis vosotros también bien fresquitos to el
día.
-Y
si tenemos un buen ajoblanco al llegar… cuanto más y mejor…
-Disfrutemos
del fresco de la noche ahora, que no hay mejor momento pa descansar…
-Pocos
ratos como estos tan plácidos…
-A
ver, zagales, vamos a jugar… tan largo como un camino y pesa menos que un
comino… ¿Qué es?
-Yo,
yo, yo lo sé… el humo
-
¿Y esta otra adivinanza? Tan largo como un camino y cabe en un cofrecino…
-Esa
la sé yo… es el hilo
-A
ver esta…Cien monjas en un convento y toas visten de negro…
-También
la sé… son las hormigas.
-Esto
es un aburrimiento, si es que ya os las sabéis...
-Pues
la noche está lo propito pa recitar el romance de la loba parda. El que está
presente en toas las majás, en las noches de invierno y verano, desde nuestras
tierras hasta las de las sierras del norte.
-Es uno de los romances que nos unen a toos
los pastores, ya sean los serranos que vienen y van en la trashumancia como los
que siempre estamos por aquí.
-Sí,
y unos lo cantan y otros lo recitan…
-
¡Venga! ¿A ver quién se atreve?
-
¡Vamos!, tú que estás mu cayao.
-
A ver cómo me sale…¡Allá voy!!!
-¡Mi madre! Te se ponen los pelos como escarpias…
-Mira que lo escucho veces… pero es que lo vive uno
(Niño)-Pero aquí no hay lobos, ¿a que no?
-No sé, no sé…
-¿A que no sabéis el cuento del tamborilero?
(Niño)-No ¿un cuento? A ver…
-Veréis…Erase una vez… Por, cierto, era por ahora…o quizá un
poco más palante, ya más cerca del día de la Virgen… un mozalbete, que tenía un
tambor, decidió ir a Guadalupe, pa estar allí el día de la fiesta.
-(Niño)- ¿Y de donde salió?
-Pues, creo que desde Villanueva o desde Rena, ya no estoy mu
seguro… porque venía por el camino de Rena.
-(Niño)- ¿Ese que pasa por aquí cerca?
-Ese mismo, por el que vamos pal pueblo
-(Niño)- ¿Iba a caballo o en burro?
- Ni en uno ni en otro, que venía andandito.
-(Niño)- Pero… alguien vendría con él…
-Nadie le quiso acompañar y solo emprendió el viaje. Pero…
además, salió más bien tarde. Porque tenía la intención de hacer noche en
Madrigalejo.
(Niño)- ¿Cómo la intención? ¿Es que no llegó al pueblo?
- ¿Queréis tener un poco de pacencia?, venga sigue…
-Bueno, pues estando ya cerca de aquí, por la Mata Budiona… el
sol ya se estaba poniendo… El pobrecito veía que tendría que hacer noche en el
monte… Empezó a ponerse nervioso… escuchaba a las cornejas y a los mochuelos… Pero
no lograba oír campanillos de ovejas que le condujeran hacia alguna majá o
hacia algún chozo…
-(Niño)- ¿Y qué pasó? ¿Encontró algún lugar donde meterse?
- Pues tan nervioso se puso que se salió del camino y ya no
sabía por dónde andaba… y la noche cada vez era más cerrada… Los sonidos ya no
eran los mismos… A ver…silencio… ¿Qué escucháis?
-(Niño)- Los campanillos de las ovejas… (silencio) Una lechuza…
(silencio)
-(Niño)-Un grillo… También suena una chicharra…
-Bueno… pos tos esos son los sonidos que suelen escucharse cuando
caen las tinieblas. Pero aquella noche…, de pronto…, solo se oía el silencio… y
allá a lo lejos, se empezaron a oír unos aullidos
-(Niño)- ¡Ay qué miedo!
- Miedo el que empezó a sentir el tamborilero… y los lobos, que
olieron su miedo… cada vez estaban más cerca. El mozalbete soltó su tambor y
quiso trepar a una encina…pero los animales ya estaban encima… (silencio)
-Niño- ¡Pero, sigue! ¿Qué pasó después?
- Nada más se supo del tamborilero… A los pocos días, un leñador
pasó por esa encina y se encontró el tambor y unos zapatos…
-Sí, y me contaron que el leñador, hizo entonces una cruz en la
encina con su hacha.
-Y allí sigue la cruz y la encina, junto al carril que, desde
entonces, se empezó a llamar “del tamborilero”.
-(Niño) -¡Ay que penina más grande…!
-Venga, que eso pasó hace mucho tiempo…
- Bueno, bueno, dejemos ya los cuentos y los romances, y to el
mundo a la cama, que mañana hay que madrugar…
-(Niño)- ¿Y si vienen los lobos esta noche?
-Dentro del chozo no entran los lobos. Y vosotros, niños, lo que
tenéis que hacer es no alejaros nunca de por aquí, y mucho menos cuando la
tarde va de caída.
-Así es que, ¡Venga!, to el mundo a dormir… (y dirigiéndose al
público) y ustedes, también, que mañana será otro día.
-0-0-0-0-0-
Y hasta aquí el paseo histórico-cultural por la calle Gallego
Fortuna y las vías que parten de ella.
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