miércoles, 8 de mayo de 2024

SANTÍSIMO CRISTO DEL PERDÓN

 

En nuestra iglesia parroquial de San Juan Bautista, existen dos esculturas antiguas que representan a Cristo Crucificado: el Cristo de la Victoria y el que, a falta de nombre, era identificado como Cristo Chico o Cristo Negro. Ambas imágenes reflejan una estética gótica, con una cronología que podría estar en torno al siglo XVI. El Cristo de la Victoria aparece mencionado en algunos documentos parroquiales, generalmente vinculado a rogativas por sequía o a su Santa Hermandad, una hermandad que estuvo vigente, al menos, hasta finales del siglo XIX.

No hay tanta fortuna con la imagen del otro Crucificado, pues no existe ningún documento que, directa o indirectamente, haga referencia a él. Es de menor tamaño que el anterior, por eso se le solía llamar Cristo Chico. Por la pátina del tiempo de varios siglos de antigüedad, su policromía fue adquiriendo un color oscuro que dio lugar al segundo nombre con el que se conocía, el de Cristo Negro.


La imagen de este Cristo Crucificado es una escultura de bulto redondo en madera policromada. Jesucristo aparece representado en el momento de morir, pues tiene la herida de la lanza en el costado, presenta la boca abierta por el sufrimiento y los ojos semi cerrados. Está sujeto a la cruz por tres clavos: uno en cada mano y el tercero en los pies superpuestos. Mientras que su rostro refleja cierto realismo, la anatomía del resto del cuerpo está trazada de forma un tanto esquemática, como podemos ver en las líneas paralelas que sugieren las costillas, en los músculos esbozados de brazos y piernas o en unos brazos rectos, que no sostienen el peso del cuerpo. También los cabellos y la corona de espinas están tratados de forma sintética y primaria, sin abordar detalles, lo que denota ser obra de un autor de segunda fila. El perizoma o paño de pureza, con esquemáticos pliegues, lleva un sencillo nudo en su lado izquierdo. Esa misma rusticidad de la talla le confiere una belleza ancestral, lo que, unido a que su rostro transmite un sufrimiento que remueve los sentimientos, da lugar a una obra con alma, que no deja a nadie indiferente.

Tanto el tiempo, como las malas intervenciones ejecutadas sobre esta obra, habían pasado factura sobre ella. Había llegado a nuestros días con una pátina de suciedad que mostraban un Crucificado totalmente oscurecido y sin color. La Madera se había resquebrajado y tenía profundas grietas. La escultura estaba sujeta a la cruz con un alambre… Por todo ello, urgía una restauración, que ya se ha hecho realidad.

Desde diciembre de 2023 a marzo de 2024, el Cristo Chico de la Parroquia de San Juan Bautista de Madrigalejo ha estado inmerso en un proceso de restauración. Al actuar en la escultura, se encontró con pérdida de policromía, con la utilización de goma laca en algunas intervenciones que habían oscurecido aún más la obra; la unión del brazo estaba abierta, con clavos a la vista; habían sido aplicados estucos de diversa naturaleza que se habían agrietado; se había añadido una mano perdida, sin policromar y con un clavo extemporáneo; tenía repintes de sangre y barniz requemado por la cercanía de las velas; una gran grieta longitudinal recorría el torso; le habían aplicado una gruesa capa de goma laca de forma grosera -con desigual espesor y con abundantes churretones-; la laca había provocado abrasiones en la policromía, etc. En la cruz, también se habían producido pérdidas de material en el soporte y aplicados gruesos repintes, que se apreciaban igualmente en el cartel de INRI, con goma laca. Todo ello ha dado lugar a unos trabajos de restauración laboriosos y delicados.


El proceso de restauración comenzó con catas de limpieza con disolventes, retirando la capa de suciedad y la laca aplicada en otras intervenciones. Otra parte del proceso fue la fijación de la policromía original, la eliminación de estucos añadidos y de clavos, así como la liberación de los brazos para colocarlos en su posición original -brazos que han tenido que ser sujetados con varillas de fibra de vidrio-. También se actuó en la cruz, eliminando repintes y aplicando bases de color sobre los estucos.

Además, esta escultura es una imagen de culto, cuyo destino es para ser venerada por los fieles y debe tener un aspecto que invite a la piedad. Distinto sería si fuera para ser conservada en un museo, donde lo que interesa es mostrar lo original de la obra. Por esta razón, aparte de los trabajos de restauración, ha sido preciso estucar las lagunas y reintegrar policromía en toda la superficie de la obra, con las técnicas adecuadas para que pueda diferenciarse lo original de lo que se ha incorporado en la nueva actuación.  

Una vez restaurada, la imagen del Cristo Crucificado fue presentada ante los fieles de la Parroquia en un acto que tuvo lugar el lunes 18 de marzo de 2024, en el que fue explicado todo el proceso. Unos días después, concretamente el 22 de marzo, fecha que se celebraba el Viernes de Dolores, la imagen fue bendecida por el párroco, D. Francisco José Parejo Andrada, bajo el título de “Santísimo Cristo del Perdón”. A continuación, se celebró un Viacrucis por las calles y las imágenes de Nuestra Señora de las Angustias y del Santísimo Cristo del Perdón fueron sacadas a hombros por los niños, que participaron activamente en esta celebración.


Presentación de la obra restaurada

Presentación de la obra restaurada

Bendición del Santísimo Cristo del Perdón
Viacrucis
Viacrucis
Viacrucis
Viacrucis
Viacrucis









lunes, 8 de abril de 2024

EL LUGAR DE MADRIGALEJO TRAS LA RECONQUISTA

 

El proceso de recuperación de la Península Ibérica por las tropas cristianas del dominio musulmán -lo que se conoce como la “Reconquista”-, se desarrolló de una forma lenta y discontinua. El proceso fue tan dilatado en el tiempo que duró casi ocho siglos, aunque no siempre se luchó con la misma intensidad -de ahí lo de discontinuo-, pues se intercalaron periodos de mayor actividad bélica, con épocas mucho más tranquilas. Y conforme iba avanzando la Reconquista hacia el sur, había que ir consolidando el territorio. Es lo que Sánchez Albornoz resumió como “tras la batalla, la puebla, y tras la puebla, la batalla”. Es decir, una vez conquistado un territorio, había que repoblarlo para que quedara consolidado, y una vez consolidado, se avanzaba en la lucha a por otro territorio.

En este avance hacia el sur, la recuperación definitiva de nuestra zona por las tropas cristianas tuvo lugar cuando fue conquistada Trujillo, en 1233. Y a partir de ese momento, comenzó su repoblación. El sistema de repoblación que se llevó a cabo entre los ríos Tajo y Guadiana se basó en el ALFOZ, es decir, se entregaba un amplio territorio de realengo a una ciudad para que lo administrara en nombre del rey y, para ello, se le otorgaban unos fueros particulares, como derechos o privilegios, que favorecieran su repoblación. De esta forma, cuando se produjo la conquista de Trujillo, Madrigalejo quedó integrada en su alfoz, siendo una de sus 32 aldeas. Desde entonces y hasta el siglo XIX, el Cabildo trujillano ejerció el gobierno sobre el lugar, a excepción de los asuntos de poca monta, para los que era competente su Concejo. Y el Concejo de Madrigalejo estaba formado por dos alcaldes ordinarios, dos diputados del común, un procurador síndico personero, un mayordomo, dos escribanos y, a partir del siglo XV, dos alcaldes de la Hermandad.

Trujillo

Entre los beneficios y privilegios que se otorgaron para consolidar el asentamiento de la población en nuestro territorio, a Madrigalejo le correspondió la concesión de su Dehesa Boyal. De esta forma, tan sólo treinta años después de pasar del dominio musulmán al cristiano, Madrigalejo empezó a gozar de su dehesa comunal, que le fue concedida por un documento fechado en 1264. Este documento es el primer escrito privativo de nuestra localidad, donde ya aparece con su nombre actual. En él, también se señalan los mojones que delimitaban la Dehesa Boyal, lo que aporta una información preciosa para conocer algunos aspectos de ese momento concreto en Madrigalejo, como la existencia de viñas y de tierras labrantías o de un tejar, así como la referencia a enclaves tan significativos como el Toro del Hito, el Molino de Arriba o la Fuentecilla de la Carrizosa.

Una vez superada la etapa musulmana, y desde muy temprano, se instalaron en suelo madrigalejeño dos grandes hacendados, que no ejercieron señorío sobre el lugar, aunque sí dejaron sentir su influencia en su devenir cotidiano. Estos dos grandes hacendados fueron la familia Vargas y el Monasterio de Guadalupe.

Los Vargas pertenecían al linaje trujillano de los Bejarano y recibieron su patrimonio en Madrigalejo -incluido su castillo- por derecho de conquista; por tanto, desde ese mismo momento gozaron aquí de grandes propiedades, que mantuvieron ininterrumpidamente hasta finales del siglo XX.

Y la primera posesión de la Iglesia de Guadalupe en Madrigalejo data de 1349, sólo unas décadas después de ser hallada la imagen de la Virgen en las Villuercas y cuarenta años antes de la llegada de los Jerónimos a Guadalupe. La escasez de terrenos cultivables en Guadalupe, tanto por su orografía como por la escasa profundidad de sus suelos, determinó que se fijaran en las tierras fértiles de cultivo de Valdepalacios y de Madrigalejo. La mayor parte de su patrimonio rústico en nuestra localidad se fraguó en los siglos XIV y XV, y estuvo formado por dehesas, tierras sueltas, viñedos, huertos y olivares, además de casas en el pueblo y de un molino en el Ruecas –el Molino de Arriba-.

Monasterio de Guadalupe

Tanto los Vargas como el Monasterio de Guadalupe tenían carta de vecindad en Madrigalejo, porque ambos tenían casa abierta en el lugar, con los mismos derechos y obligaciones que el resto de los vecinos. Así era en teoría, aunque en la práctica, los grandes herederos aprovechaban mejor los recursos de los bienes comunales. Estas ventajas provocaban el recelo de los vecinos que, junto con las fricciones entre propiedades y condominios, fueron la causa de innumerables conflictos entre los pobladores de Madrigalejo –amparados por la ciudad de Trujillo- y el Monasterio de Guadalupe.

Más complicado fue el conflicto generado por García de Vargas entre 1470 y 1477. Desde su castillo en Madrigalejo, García de Vargas, con una banda de unos 130 hombres, se dedicó a cometer todo tipo de tropelías, atropellos y robos en la zona, que fueron de tal calado, que el Monasterio de Guadalupe –el más perjudicado en sus múltiples propiedades- abandonó temporalmente sus explotaciones en Madrigalejo por esa causa. La situación se resolvió cuando la reina Isabel la Católica mandó derribar la fortaleza, en 1477, como castigo ejemplarizante para otros señores levantiscos, como la Condesa de Medellín o el Maestre de Alcántara D. Gómez de Solís.   

También hay que tener en cuenta la afluencia de peregrinos que empezaron a llegar hacia Guadalupe desde que se produjo el descubrimiento de la imagen de la Virgen en las Villuercas y la difusión de su fama. La afluencia se peregrinos se incrementó a raíz de la protección real por parte de Alfonso XI de Castilla, que lo hizo agradecido por la victoria conseguida en la batalla del Salado en 1340. A partir de entonces y en poco tiempo, Guadalupe se convirtió en uno de los lugares de peregrinación más importantes de la cristiandad. Hacia el santuario mariano se dirigían numerosos romeros y Madrigalejo se constituyó en un lugar de paso para aquellos que procedían del suroeste, utilizando la brecha natural que supone el río Ruecas hacia las Villuercas.

Al principio, los peregrinos utilizaron para llegar a Guadalupe el camino de Cañamero –que discurría por la margen derecha del río Ruecas-. Esta vía después se convirtió en el “camino viejo de Guadalupe” cuando comenzó a ser más transitado el que pasaba por Valdepalacios -más cómodo de andar- y pronto pasaría a ser camino real. Este camino real tenía como última parada Madrigalejo o la primera si se trataba de la vuelta. Por tanto, los peregrinos que se dirigían a Guadalupe procedentes del suroeste solían tomar este camino real, cruzando Madrigalejo por la calle del Rey (1418) o calle Real (1426), que después fue llamada con el significativo nombre de calle “Mesones” y que actualmente corresponde a la calle “Luisa Fortuna”.

Por tanto, en la Baja Edad Media, Madrigalejo era un lugar de realengo, perteneciente a la jurisdicción de la ciudad de Trujillo. Desde fechas muy tempranas, empezó a gozar de su Dehesa Boyal. En su territorio se asentaron dos grandes hacendados: los Vargas y el Monasterio de Guadalupe, aunque también había otros herederos con propiedades más pequeñas. Y por Madrigalejo pasaba gran número de peregrinos hacia Guadalupe que, sin duda, influyeron, en buena medida, en la vida cotidiana de nuestra localidad.

Guadalupe Rodríguez Cerezo


BIBLIOGRAFÍA:

-M.A. LADERO QUESADA, Los últimos años de Fernando el Católico 1505-1517. Editorial Dykinson, S.L. Madrid. 2016

- L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S.A. Badajoz, 2008.

- F.P. de ALHOBERA. Libro de la Hacienda del Monasterio de Guadalupe.

- A. RAMIRO CHICO. “La última visita de Fernando el Católico a Guadalupe, en el V Centenario de su muerte (1516-2016)”. Revista de Estudios Extremeños. Tomo LXXII. Número III- Septiembre/diciembre. 2016.




jueves, 7 de marzo de 2024

UN EJEMPLO DE ARTE EFÍMERO. MONUMENTO DE JUEVES SANTO

 


Existen dos tiempos fuertes en la religión cristiana: Navidad, en la que se celebra el nacimiento de Cristo, y Semana Santa, con la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. Concretamente en la liturgia católica de Jueves Santo, la Eucaristía tiene un lugar muy destacado, en la celebración de la Última Cena. Y para ese día se levanta en los templos un monumento al Santísimo Sacramento.

El monumento es una exaltación del Cuerpo de Cristo. Consiste en un montaje levantado para guardar las formas consagradas durante la tarde de Jueves Santo hasta la tarde del Viernes Santo. Su finalidad es crear un contexto adecuado para que los fieles adoren la Eucaristía. Por todo el esmero que se pone en su montaje, el monumento puede ser considerado un ejemplo de arte efímero.

En Jueves Santo se consagra un gran número de formas para poder dar la comunión a los fieles que se acercan a recibir la Eucaristía en la celebración de la Última Cena y en los Santos Oficios de Viernes Santo, porque los cánones litúrgicos no contemplan celebrar misa ni consagrar desde Jueves Santo hasta la Vigilia Pascual del Sábado Santo.

Las formas consagradas que no se consumen en la celebración de la Última Cena, son llevadas en procesión solemne desde el Altar hasta el monumento montado exprofeso para ello. Allí, en un sagrario o en una arqueta portátil, se reserva el Santísimo para ser venerado y velado hasta el momento eucarístico de la liturgia en Viernes Santo, que se traslada de nuevo al Altar para ser distribuido a los fieles asistentes. Después, las formas consagradas que queden se llevan, de una forma sobria y discreta, hasta un lugar reservado en el templo; es el signo de que el Señor permanece muerto en el sepulcro.

Como el monumento va a contener y a reservar al mismísimo Jesús Sacramentado, se procura un gran esmero en su decoración. El sagrario donde se reserva la Eucaristía debe estar en el centro de la composición. No puede haber cruz, ni reliquias ni imágenes. El monumento suele estar decorado con signos alusivos a la Eucaristía o a la Pasión, con flores y luces -velas-. De hecho, tras la celebración de Jueves Santo, el “monumento” es el único lugar del templo donde están presentes las luces y las flores, que contrasta fuertemente con el Altar mayor sin vestir. 

El carácter efímero de estas obras hace que no quede rastro de ellas después de su desmantelamiento y que, sólo a través de fotografías, podamos acercarnos a ellas -siempre en el caso de que se hubieran hecho, y más probablemente en los últimos años-. Por eso, aunque es una tradición con varios siglos de antigüedad, en pocas ocasiones podemos conocer la estética de cada monumento concreto.

En el caso de Madrigalejo, tenemos la suerte de contar con la descripción de lo que se armaba para montar aquellos monumentos del Santísimo Sacramento con anterioridad a 1940, creando una escenografía de gran espectacularidad. La descripción está recogida en el libro Crónicas Lugareñas. Madrigalejo, de Lorenzo Rodríguez Amores:

Por entonces, se colocaban unos grandes telones en el presbiterio, que procedían de un teatro madrileño, que fueron adquiridos por el boticario del pueblo D. Anselmo Delgado. “Se trataba de dos lienzos que lucían una pintura que simulaba la entrada y la galería de un suntuoso palacio romano. El más grande era puesto a la subida del presbiterio y el de tamaño más reducido pasaba a segundo plano. El escenario se completaba con la silueta en madera de dos soldados pretorianos haciendo guardia en la puerta palaciega y sujetos por la alta y hoy desaparecida barandilla. En el fondo de todo, se exponía a Jesús Sacramentado para recibir las acostumbradas visitas, diurnas y nocturnas, de los fieles en un acto de recogimiento para hacer la vela al Santísimo.”[1]

“Era costumbre inveterada que la primera vela la realizasen el señor Alcalde y el señor Juez, entregando sus respectivos bastones de mando para ser puestos, cruzados, delante del tabernáculo, cuya llave exhibirá al exterior y colgada al cuello el párroco, vestido con sus mejores galas de manteo y teja, mientras dure la Exposición. Numerosos cirios ardían junto al sagrario, lo cuales, luego, eran muy solicitados por los feligreses para ser encendidos en sus hogares cuando los cielos se alborotaban con la presencia de una temerosa tempestad de truenos y relámpagos, por la firme creencia de que las velas que habían alumbrado al Santísimo tenían la gracia de apaciguar el firmamento.”[2]

El tabernáculo donde se colocaba el Santísimo todavía se conserva. Fue realizado entre 1909 y 1920 por los hermanos Martínez, carpinteros y ebanistas locales que eran llamados los “Mecánicos”, por encargo el párroco de entonces, D. Fernando Marcos.[3]

Tabernáculo realizado por los Hermanos Martínez

Sin embargo, para colocar toda aquella gran parafernalia, sufrió bastante el precioso retablo plateresco que tenemos en la parroquia. Era claveteado, a martillazos limpios y sin ningún remilgo, con puntas gruesas para sujetar aquellos pesados telones[4]. Y aquellas grandes alcayatas que se le clavaron permanecieron en él hasta que fue restaurado el retablo en 2008.

Más cercano a nosotros es el recuerdo de personas que lo vivieron en los años 50, siendo ya párroco D. José Blanco. El monumento se seguía montando en el presbiterio, delante del retablo, pero desaparece el decorado teatral y se instala una escalinata de madera, al final de la cual, en la hornacina donde habitualmente está San Juan, se coloca el tabernáculo. Cada escalón se decoraba con velas y flores. Las imágenes del retablo se tapaban con telas moradas, igual que todas las demás imágenes de la iglesia. Y también en estos momentos se sigue maltratando el retablo para asegurar la estabilidad de la escalinata.

Y terminamos con fotografías de los monumentos de Jueves Santo de los últimos años:

2018
2021
2022
2023

2024

Guadalupe Rodríguez Cerezo.

 

Biografía y webgrafía:

L. RODRÍGUEZ AMORES: Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf, S.A. Badajoz, 2008. Pág. 290.

http://sacramentalmayrena.org/monumento-al-santisimo/


sábado, 3 de febrero de 2024

CULTIVO DEL ARROZ. SITUACIÓN ACTUAL

 

Desde hace más de 60 años, el cultivo del arroz está presente en Madrigalejo. En los años 50 del siglo pasado, ya se realizaron los primeros ensayos de cultivo de arroz en nuestra localidad, en tierras comunales. Fue algo experimental y minoritario.

Cuando el agua de riego llegó hasta nuestros campos, repartida por las acequias que distribuía el canal de Orellana, buena parte de las tierras, antaño de secano, mudaron a cultivar productos de regadío. Uno de los nuevos cultivos que mejor se adaptó a nuestras tierras fue el del arroz, especialmente en las tierras del Sevellar. De esta forma, el cultivo del arroz ha sido esencial en la economía y en la vida de Madrigalejo en los últimos 60 años.

Cuadrilla plantando arroz. 
Primeros años de cultivo de arroz en Madrigalejo.

Sin embargo, en estos momentos, el cultivo del arroz se enfrenta a problemas que amenazan su futuro en nuestras tierras. Veamos cuáles son; primero con unos supuestos y, después, la realidad pura y dura:

SUPONGAMOS QUE cultivar arroz le costase al agricultor menos que el año pasado.

SUPONGAMOS QUE la campaña de arroz se hubiera desarrollado con normalidad y sin restricciones de agua por la sequía.

SUPONGAMOS QUE a los arroceros españoles/europeos no tuvieran limitado el uso de ciertos productos fitosanitarios que pudieran perjudicar a la salud y al medio ambiente. 

SUPONGAMOS QUE las importaciones de arroz de terceros países que entran en los puertos españoles/europeos cumplieran los mismos requisitos fitosanitarios y las normas laborales fueran similares a las nuestras.

SUPONGAMOS QUE el agricultor pudiera poner el precio a sus productos, contabilizando los costes de producción y añadiendo un beneficio por su trabajo.

SUPONGAMOS QUE no hubiera una ley de la cadena alimentaria que prohibiera vender a pérdidas un producto.

SUPONGAMOS QUE el precio del arroz en los supermercados hubiera descendido en el último año…


ENTONCES… estaría justificado que, al agricultor español se le pagara el precio del arroz de esta campaña más barato que el año anterior.


Sin embargo, la REALIDAD es la siguiente:


-1-El precio de los insumos ha subido, por lo que, al agricultor, le ha costado más dinero producir arroz este año que años anteriores.

-2-En España y en Europa, se ha sembrado mucho menos arroz en esta campaña a causa de la SEQUÍA y, por tanto, hay menos arroz disponible.

-3-Los arroceros españoles/europeos están limitados para usar ciertos productos para hacer frente a las plagas. Deben cumplir una serie de requisitos para que no puedan perjudicar a la salud del consumidor ni al medio ambiente. También pagan unos precios justos a sus trabajadores y unos seguros sociales.

-4-En los puertos españoles/europeos se importa arroz a terceros países que no cumplen las garantías sanitarias que se exigen a los cultivadores españoles/europeos; que no tienen los gastos sociales de salarios que los agricultores españoles/europeos, ni tienen en cuenta el medio ambiente. Todo este arroz entra en España y Europa a unos precios que hacen la competencia desleal a los arroceros españoles/europeos.

-5-El agricultor español no puede poner precio a sus productos. Se los imponen. Si no pasa por el aro, se come su producto.

-6-Además, hay una ley de la cadena alimentaria que debería velar por que los productos se vendan a un precio justo, pero…

-7-Y en los lineales de comercialización, en las estanterías de los supermercados, el arroz ha sido uno de los alimentos que más ha subido en la cesta de la compra del consumidor.


¿QUÉ JUSTIFICACIÓN hay para que, al arrocero, se le pague ahora mismo a un PRECIO INFERIOR al del PASADO AÑO?


Guadalupe Rodríguez Cerezo.


domingo, 10 de diciembre de 2023

RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN DE CRISTO RESUCITADO

 A lo largo de los siglos, el patrimonio histórico artístico de la iglesia parroquial de Madrigalejo ha ido creciendo. Parte de ese patrimonio se ha perdido y ya es imposible recuperarlo, pero seguimos conservando un importante legado, que debemos mantener y cuidar para transmitirlo a las generaciones futuras, de la misma forma que lo hemos recibido de nuestros mayores.

Dentro del fondo histórico artístico de nuestra parroquia, destaca la imaginería, tanto de culto como procesional. Y entre las esculturas de bulto redondo que salen a procesionar, las imágenes más castigadas y zarandeadas son las imágenes que protagonizan la tradicional “Carrerita”, por cómo se vive la religiosidad popular en esta peculiar procesión. Se trata de las figuras de la Virgen del Rosario y del Cristo Resucitado, que salen a encontrarse con tanta alegría que sus portadores llevan las andas corriendo, todo lo que dan de sí sus piernas. Y una vez encontradas, se llevan a la iglesia zarandeándolas como señal de júbilo.


 (Para más información sobre la “Carrerita” podéis pinchar en el siguiente enlace: https://luzdecandilmadrigalejo.blogspot.com/2017/03/la-carrerita.html).

Esta forma de tratar a las imágenes pasa factura. Concretamente, la imagen del Resucitado se encontraba en un estado de conservación lamentable, por lo que su restauración era ya verdadera necesidad si no queríamos perderla. Así, teniendo muy buenas referencias del trabajo de Dª Mª Teresa Puy Rodríguez, el párroco, D. Francisco José Parejo Andrada, puso en sus manos la restauración de esta imagen tan querida por los Madrigalejeños. La escultura ha sido sometida a un proceso de restauración desde el mes de julio hasta el mes de noviembre, de este año 2023, restauración que ha sido sufragada a través de una colecta popular. Una vez remozada la imagen, Mª Teresa Puy presentó el trabajo terminado ante los feligreses de la parroquia, con una explicación pormenorizada de la restauración que ha llevado a cabo.



Imagen de Cristo Resucitado

Se trata de una escultura de bulto redondo de madera policromada y estofada. Aunque el material de ejecución es la madera, su estructura - según explicó la restauradora en la presentación de su trabajo- está compuesta a partir de listones ensamblados, de tal forma que su interior, en su mayor parte, está hueco, con lo que resulta una escultura de peso bastante liviano, muy a propósito para llevarla en volandas en la procesión. Y para potenciar el realismo de la imagen, sus ojos están realizados en cristal. Sus medidas son 105cm. x 50cm.

Iconográficamente, la escultura responde al momento en el que Jesucristo se eleva entre las losas del Santo Sepulcro, como si estuviese suspendido en el aire, pues sus pies no tocan suelo. Su mirada, dirigida hacia lo Alto, sugiere su íntima comunión con el Padre. Las huellas y atributos de la Pasión están presentes en la escultura: las señales de los clavos en pies y manos y la cruz portada como báculo, donde se coloca el estandarte, símbolo de Su victoria sobre la muerte en la Resurrección. 

Y el color del manto también habla. Si tradicionalmente los cristos resucitados se visten de blanco, en el caso que nos ocupa, se eligió el color carmesí, que representa la gloria de Cristo como Rey de Reyes, además de ser el color característico del amor. Los bordes del manto llevan una orla de dibujos geométricos realizada con la técnica del estofado[1].

En cuanto a su cronología, la restauradora se inclina a que su ejecución puede estar en torno a finales del siglo XIX y principios del XX, en un estilo que recuerda a las imágenes propias de Olot. En los fondos del archivo parroquial, concretamente en los libros de fábrica, no aparece referencia alguna a la adquisición de esta escultura ni de otras de aquellos tiempos que existen en la parroquia, lo que impide que conozcamos su autoría y la fecha exacta de su ejecución. Sin embargo, sí podemos intuir que pudiera tratarse de una donación particular.


Su restauración[2]

La imagen, como es lógico, tenía los daños propios del paso de los años, como suciedad, movimientos de la madera y alteración de la policromía. Pero, como dijo Mª Teresa, los mayores deterioros han sido causados por la intervención humana, como los producidos por golpes, repintados con purpurina, abrasión de la policromía, silicona y clavos para sujetar los listones de la estructura de la escultura. Se aprecia la intervención de, al menos, dos restauraciones precedentes, en las que se actuaron con repintes en los daños que tenía la policromía. 

Los criterios que se han seguido en la restauración han sido los siguientes:

-Uso de materiales reversibles y de calidad.

-Respeto por el original.

-Eliminación de añadidos que distorsionan la imagen y/o que están en mal estado de conservación.

-Devolución y esencia de la imagen, con reintegraciones que deben ser discernibles desde cerca, permitiendo continuidad a distancia.

-Investigación y documentación gráfica de la intervención. 

Dicha intervención ha consistido en limpieza, eliminación de repintes y estucados, eliminación de sellos de silicona, reposición de elementos sueltos y dañados, eliminación de clavos, consolidación de grietas, consolidación y sellado, reintegración de volúmenes perdidos, estucado de lagunas perdidas, reintegración de policromía y protección.


De vuelta a casa

Y la imagen del Cristo Resucitado ya está de nuevo en casa luciendo toda su belleza. Se encuentra en la parroquia, donde podemos darle culto y, cuando llegue cada domingo de resurrección, podremos seguir disfrutando del patrimonio inmaterial de nuestra “Carrerita”. A partir de ahora, deberíamos tratarla con mucho cuidado para que puedan seguir disfrutando de ella las generaciones que vendrán detrás de nosotros.

Y, por último, sólo queda decir que Mª Teresa Puy ha hecho un gran trabajo, que a la vista está.



[1] El estofado es una técnica que se utiliza en la madera policromada. Consiste en aplicar unas láminas de pan de oro sobre la superficie a decorar. Después, se cubren esas láminas con diferentes pigmentos y, raspando estas capas de color, se van haciendo dibujos, que dejan a la vista el oro subyacente.

[2] Todos estos datos que aquí se recogen proceden de la explicación que dio Mª Teresa Puy Rodríguez en la presentación de la restauración del Cristo Resucitado.


Antes de la restauración











Después de la restauración






FUENTES:


 Mª Teresa PUY RODRÍGUEZ. Presentación de la imagen restaurada del Cristo Resucitado en la Parroquia San Juan Bautista de Madrigalejo, el 18 de noviembre de 2023.

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Imaginer%C3%ADa

https://es.wikipedia.org/wiki/Estofado_(arte)