viernes, 16 de septiembre de 2022

VAMOS A CALLEJEAR. GALLEGO FORTUNA Y RAMIFICACIONES. (1ª parte)


Después de un intermedio de dos años, volvemos a callejear, a contar historias, la historia de nuestras calles, plazas y plazoletas, en las que vivimos, por las que pasamos, en las que nos encontramos con nuestros amigos y vecinos.

En esta ocasión nos vamos a centrar en la calle Gallego Fortuna, con sus ramificaciones y con su proyección y salida al exterior. Puede decirse que, junto con la prolongación de la calle Luisa Fortuna, son las vías que marcaron el crecimiento de la población durante siglos. Ambas calles formaron parte del camino que atravesaba la localidad, aquel camino que guiaba los pasos de peregrinos y romeros hacia Guadalupe, y por ello, constituyó uno de los ejes principales por donde se desarrolló el entramado urbano de Madrigalejo. Recordemos que el Monasterio de Guadalupe se había convertido, a partir del siglo XIV, en uno de los grandes centros de peregrinación de la Península Ibérica. Por esta razón, transitaban por nuestras calles viajeros y peregrinos de toda condición, ya que el camino real que unía Guadalupe con Sevilla pasaba por Madrigalejo, así como otras vías importantes como la que llegaba hasta Lisboa.

Los caminos reales eran las vías de mayor categoría de aquellos tiempos. Unían puntos importantes y lejanos entre sí, y tenían anchura suficiente como para cruzarse dos caravanas sin molestarse. Salvando las distancias, serían las autovías de antaño.

Por tanto, la calle Gallego Fortuna, desde su entronque en la plaza, es una de las calles más antiguas de Madrigalejo, que iba creciendo siguiendo la trayectoria del camino. Su nombre primitivo era calle San Gregorio, detalle que más adelante contaremos. Por ser parte del camino, era una vía de mucho tránsito, especialmente de peregrinos. Y entre aquellos peregrinos, no fueron pocos los que acudía desde el vecino Reino de Portugal. ¿Sería casualidad que una de las calles más antiguas que salen de Gallego Fortuna se llame Portugalejo?

-0-0-0-0-

Veamos qué nos tienen que contar algunos de aquellos peregrinos…

(Entra un ciego apoyándose en el hombro de su lazarillo)

-C- ¡Válgame Dios! No puedo más. Andar el camino con este calor y la sed que traigo me está quedando sin fuerzas… Muchacho, anda… ¿no encontraremos por aquí un poco de buena agua para beber?

-L- Por ahí vienen dos mozas con cántaros ¿no traerán agua?

-C- Esperemos que los traigan llenos…Acércame a ellas, por tu bien, a ver nos pudieran socorrer.

(Se acercan los cuatro)

-L- Aquí mi amo; … si por caridad le pueden socorrer.

-V1- Por caridad, si está en nuestra mano, le podremos atender.

-V2- Díganos, buen hombre. ¿Qué es lo que precisa Usted?

-C- ¡Ay qué voz tan cantarina! ¿no tendrá un poco de agua para apaciguar la sed de este pobre ciego que hasta aquí acaba de llegar?

-V1- ¿Será por agua? A lo mejor de otra cosa no les podríamos proveer, pero venimos de acarrear unos cántaros de agua para beber.

(Una de las mozas saca un vaso de hojalata y le vierte un poco de agua de un cántaro y se los ofrece a ciego y al lazarillo)

-V2- Beban, beban lo que necesiten, que si se acaba el agua que llevamos, nos damos la vuelta y vamos a por más…

-C- ¡Ahhh! ¡Qué agua más rica y fresca! Como recién salida de un pozo

-V1- Y así es, que venimos de por agua del pozo del tío Juan Pedro, el que tiene el agua más fina desta parte del pueblo.

-V2- ¿Ya se ha repuesto usted? Y tú, muchacho, ¿t´has saciao?

-L-¡Menúa panzá de agua m´he metío!

-C- Muchas gracias, bunas mozas… y mi garganta también se lo agradece…así ya puedo cantar mis coplas o recitar unos romances… y díganme, muchachitas, ¿en qué lugar me hallo?... somos peregrinos que a Guadalupe vamos…

-V1- Pues por el camino van bien… Está usted en Madrigalejo, por esa calle p´arriba, atravesando tol pueblo, va el camino real que hasta el monasterio lleva…

-C- ¡Madrigalejo!, ¡Qué bien! D´este lugar tengo unas coplas, que en plazas y calles de aldeas, villas y ciudades romanceo… ¿No habrá por aquí nadie que me escuche?

-V2- Si quiere ganar buenos cuartos con sus retahílas… esta es buena ocasión, aquí anda la gente callejeando, porque las ferias se acercan y el pueblo se va animando…

-C-¡Muchacho!, ten preparada la gorra… a ver si tenemos suerte y sacamos pa la cena.

-L-Guarden silencio, por favor, que mi amo les va contar una historia, que, de suyo, les gustará.      

-C- Oigan, caballeros, damas, niños, niñas… Oigan me y no se arrepentirán, y si, al terminar, les gusta, no dejen de apoquinar…

Cuéntase una gran historia

que en un lugar ocurrió;

el lugar, Madrigalejo,

la historia, la cuento yo.

 

Desde el cerro el Castillejo,

un pastorcillo advirtió

que una regia comitiva

por el camino avanzó.

 

-Portando grandes pendones,

que de la realeza son,

vienen muchos a caballo

e infantes de dos en dos;

 

carruajes, unos cuantos,

y una litera mejor,

que la llevan entre cuatro

andando al mismo son.

 

-¿Quién viaja en la litera?

-Es el Rey, nuestro señor,

Fernando V en Castilla

y segundo en Aragón.

 

Ya no viene tan garrido

como otras veces pasó;

ahora viene muy enfermo,

pronto lo llamará Dios.

 

No lo sabe el pastorcillo,

que corriendo ya avisó,

y todo el pueblo lo espera

con las campanas al son.

 

Suenan, suenan las campanas,

repican más y mejor,

esperando la llegada

del monarca de Aragón.

 

Esperan y más esperan

y no llega el gran señor

-¿Qué sucede que no viene?

-Alguna cosa pasó.

 

En la Cruz de los Barrero:

-¡Ay, madre! ¡Qué desazón!

El Rey está muy malito

¡Hay que hacer algo, por Dios!

 

-Con urgencia hay que llevarlo

a alguna casa o mansión.

-Aquí está Santa María,

que es una casa de Dios.

 

Se ha corrido la noticia

de forma rauda y veloz.

Ya no suenan las campanas,

han perdido ya su son.

 

Don Fernando ya descansa

con mucha pena y dolor

en la casa de los frailes

que de Guadalupe son.

 

Casa de Santa María,

año de Nuestro Señor,

mil quinientos diez y seis,

en enero sucedió. 

 

(Las dos mozas aplauden)

 

-V1- ¡Bravo, bravo!

 

-V2- ¡Cuánto me ha gustado!

 

-C- Esperemos que al público congregado también les haya gustado… Este es el primer canto. Como este, hay varios más…, que los guardaremos para otra ocasión. Y después de un merecido descanso, seguiremos con nuestro camino.

               Decidme, buenas mozas, ¿dónde  nos podrían hospedar?

 

-V1- Entren al pueblo, por la calle San Gregorio, pasen por delante de la iglesia y en la calle de los Mesones, encontrarán donde pernoctar.

 

-V2- Que lleven buen camino y que la Virgen de Guadalupe les proteja.

 

-C-Muy agradecidos. ¡Con Dios…¡

 

-V1- Y nosotras, vamos otra vez al pozo la rellenar los cántaros…

 

-V2- Vamos allá, que si no, no nos dejan entrar por casa…



-0-0-0-0-

Como hemos visto, pasaron por estas calles viajeros de toda condición. De todos ellos, Fernando el Católico es el más significativo, aquel rey que nuestros antepasados conocían como Fernando V. Y por haber fallecido en nuestra localidad, Madrigalejo le dedicó una de sus calles, una de las que salen de esta vía principal, la calle Fernando V, la cual, por su sinuosidad y trazado irregular, indica su antigüedad de siglos. Un trazado irregular que vemos también en la calle Huertas, significativo nombre enraizado en el hecho de conducir a la zona de huertas de la vera del río Ruecas.

El resto de calles que salen de Gallego Fortuna son ya más recientes, con un trazado más rectilíneo, que indican un urbanismo planificado, como es el caso de las que surgieron en torno al siglo XIX y principios del XX, tales como las calles Recio o Grijota, y las más recientes, de Fernández Rentero y Cervantes, que son ya de mediados del siglo pasado.

El nombre de Gallego Fortuna hace referencia a D. Antonio Gallego Fortuna, un hacendado de Madrigalejo que hizo un acto de generosidad en beneficio de todos sus convecinos. En unos momentos complicados, en los que, como consecuencia de la ley desamortizadora de Madoz, el pueblo pudo haber perdido la Dehesa del Monte y el Concejil, D. Antonio Gallego adelantó el dinero que el Ayuntamiento debía abonar a Hacienda para poder conservar las fincas del común. A cambio, este señor disfrutó de partes de ellas por un tiempo determinado.

En reconocimiento de aquella ayuda prestada al Consistorio, la Corporación Municipal confirmó el acuerdo de modificar el nombre de la calle San Gregorio por el de Gallego Fortuna en 1931.

Y si ya conocemos por qué actualmente se rotula como Gallego Fortuna, a continuación, sabremos la razón por la que anteriormente era conocida como de San Gregorio…

-0-0-0-0-

(Tres vecinas se encuentran en el camino.)

- ¿Ya vas como to los día?

- Sí, voy a ver cómo va el lino en la enriaera. Hay que vigilar que no se meta el ganao en el río y se coman o destrocen lo que ha costao to un año cultivar.

-Menuda tarea t´ha caío

- Así to el verano, hasta que se separe la parte leñosa de la fibra que usamos pa hilar. Y ¿a ti que te pasa que no dejas el moquero?

-Que ¿qué me pasa?... Que cada vez que paso por delante d´ estas ruinas m´ entran unas ganas de llorar que pa qué…

-Sí que da pena que la ermita esté como está, pero ¡no es pa tanto!

-¡Ay, si yo te contara…!

- ¡Es verdad!, que tu abuela Juana era la sacristana.

-¡Claro...! Las veces que la he ayudao a preparar la ermita… Sobre to, cuando se acercaba su fiesta, el 9 de mayo.

-Sí, m´acuerdo de la procesión de San Gregorio. ¡No faltaba un labraor!

-Cuando llegaba mayo y to estaba ya hecho, esperando que llegara el tiempo de recoger la cosecha… Era entonces el momento de encomendarse al santo pa que no viniera la temida plaga de langosta.

-¡Es que la langosta es mu puñetera! Puee acabar con el sacrificio de to el año y con el pan del año siguiente en na que se pongan a comer. Lo devoran toíto.

-Así se veía a unos hombretones tan grandes, con tanta fe, pidiendo al santo que protegiera sus cosechas, sobre to si habían visto algún canuto que anunciara su presencia.

-Y dime, ¿por qué se reza a San Gregorio contra la langosta y no en la ermita de los Santos Mártires o en la iglesia?

-Mira..., me contaba mi abuela que, hace muchos, muchos años, San Gregorio estuvo predicando la penitencia y haciendo rogativas pa limpiar de langosta unos campos que estaban arruinaos.

- ¿Dónde fue eso?

-Pues no te pueo decir… Creo que por allá arriba… Pero el caso es que logró limpiar aquellos campos. Y desde entonces, se le reza pa que medie por las cosechas.

- No es mal intercesor entonces. Pero… no sé…, plagas sigue habiendo de vez en cuando y ¿por qué, si fuese tan eficaz, los mismos labraores han dejao arruinar su ermita?  

- ¿No has oído que se dice que no nos acordamos de Santa Bárbara hasta que truena? Pues lo mismo, mientras no hay langostas… ni nos acordamos del santo. Y cuando nos acordamos…ya es demasiao tarde…

- Pero los labraores no se quedan con los brazos cruzaos, que bien miran si hay canutos de langosta pa prevenir que no venga la plaga al año siguiente. Como vean algunos, se dedican a quitarlos y quemarlos. Y si ven que hay muchos, aran toa la tierra pa que no haya pasto cuando salgan las crías y no tengan con qué alimentarse.

- To ayuda. Hay que rezar, pero no hay que cruzarse de brazos.

- Por cierto, ya pronto no habrá ni ruinas aquí. ¿No has oído que quieren tirar la ermita totalmente? Van a usar el material pa otra nueva.

- Sí, algo sé. Van a levantar otra ermita al acabar la calle San Juan.

- Creo que va a ser en honor a la Virgen de las Angustias.

- Vamos, que van a desvestir a un santo pa vestir a otro.

- Pero es pa la Virgen, que tie más categoría.

- ¡Ay qué pena!... ¡Que me da mucha pena! (Y vuelve a enjugarse las lágrimas con el pañuelo)

- Pues ahí te dejamos con tu pena… Que nos vamos a la enriaera, no vaya a ser que alguna oveja nos la líe y nos quede sin lino pa tejer el año que viene.

- Bueno, pues que Dios os acompañe

- Y a ti, también, con la ayuda de San Gregorio.



-0-0-0-0-
             La ermita de San Gregorio se encontraba ya fuera de la localidad, justo donde terminaba la calle San Gregorio, hoy Gallego Fortuna.
             Aquí finaliza la primera parte. 

(Continuará...)