miércoles, 6 de septiembre de 2017

MILAGRO EN LAS ERAS


Las relaciones entre la Iglesia de Guadalupe y Madrigalejo comenzaron en época muy temprana. La primera propiedad de la dicha Iglesia en nuestro pueblo está documentada en 1349, cuarenta años antes de que se convirtiera  en Monasterio[1] con la llegada de los PP Jerónimos. También existe constancia documental de que, en 1360, la Iglesia de Guadalupe tenía en propiedad, en Madrigalejo, tres casas linderas unas con otras, que fueron el germen de la Casa de Santa María[2]. La fuente de estas afirmaciones la tenemos en  los documentos donados por la familia “Esteban Rodríguez” al Ayuntamiento de Madrigalejo y que antes de la Desamortización estaban en el archivo  del  Real Monasterio de Guadalupe:

“Las casas de Madrigalexo que se dice de Santa María porque eran del Santuario antes que huviese monasterio y que se dieron a este por los clérigos. Es dote de la Iglesia”[3].



Y es que la falta de terrenos cultivables para cereal en Guadalupe, debido a la orografía y a la escasa profundidad de su suelo, hizo que pronto pusieran los ojos en Valdepalacios y en las fértiles tierras de Madrigalejo[4], donde, con el tiempo, se hicieron con los mejores predios cerealísticos, junto con dehesas, olivares y viñedos. Además, también elaboraban aquí la producción obtenida, ya que contaba el Monasterio con un molino harinero a la vera del Ruecas (el molino de arriba), con bodega para vino y prensa de aceite. Por tanto, toda la producción obtenida de la explotación de estas propiedades en Madrigalejo era de vital importancia para el mantenimiento del Monasterio, del personal que trabajaba para él, de un orfanato y de, al menos, cinco hospitales[5], además de la asistencia a los peregrinos. 

Para administrar esta importante hacienda, habían construido la Casa de Santa María en la segunda mitad del siglo XIV, un edificio de especial significación histórica por haber fallecido en ella el Rey Fernando el Católico, el 23 de enero de 1516. 



En este contexto hay que situar el hecho que nos relata el padre Fray Francisco de San Joseph[6] y que sucedió en las eras de Madrigalejo allá por los años 20 del siglo XVIII.

Debía ser finales de agosto o principios de septiembre, en fechas cercanas a la celebración de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, cuando finalizaba la labor de la trilla en las eras, pues nos dice Fray Francisco de San Joseph que había veintidós montones de trigo limpio, de unas cien fanegas cada uno, listos para ser conducidos al granero. Como cada fanega de trigo equivale a 43, 247 Kg, la cantidad de trigo que debía estar expuesto en las eras correspondería aproximadamente a unos 95.000 Kg.

Es esta una época del año en la que, a menudo, en la Península Ibérica, se producen “gotas frías” (lo que últimamente se llama en Meteorología DANA), que generan fuertes tormentas. Y así debió suceder, pues nos dice que, en la noche del día que aguardaban para cargar los carros y las caballerías, se “levantó una tormenta de agua, relámpagos y truenos tan espantosa, que obligó a los mozos a dejar las eras y retirarse horrorizados al caserío”.

El religioso encargado de la recogida, viendo la gran pérdida que supondría para la economía del Monasterio que se echara a perder la cosecha de todo un año, se encomendó a  Nuestra Señora de Guadalupe, clamándole “con las mayores ansias”.

“Por la mañana, cuando volvieron los mozos a ver el daño”, que suponían que iba  a ser considerable, se encontraron, “¡Oh maravilla de Dios!”, que, en todo el contorno donde estaban los montones de grano, no había caído una gota y el trigo estaba totalmente seco, mientras que todo el campo circundante estaba encharcado.

Y termina diciendo Fray Francisco de San Joseph que “con estas y semejantes maravillas da a entender la Madre de Dios el cuidado que tiene de su Casa.”

Recordemos este hecho maravilloso en el día de Nuestra Señora de Guadalupe para honrarla como se merece y para reforzar nuestra confianza en ella. ¡Patrona de Extremadura, ruega por nosotros!


Guadalupe Rodríguez Cerezo.




[1]L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas Lugareñas. Tecnigraf Editores. Badajoz. 2008. Pág. 354.
[2]Ibidem. Pág. 192.
[3] Corresponde a una declaración jurada de quien fuera Prior del Monasterio de Guadalupe, Fr. Francisco de Granada, a D. Francisco Jerónimo Baena, comisionado real en el obispado de Plasencia, según lo dispuesto en la Real Cédula del 15 de abril de 1805. Nuestro agradecimiento a Doña Pastora Jacoba Pilar Rodríguez Moreno y a su hijo, D. Jesús Esteban Rodríguez, por la donación de estos documentos tan especiales para Madrigalejo.
[4]L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas Lugareñas.. Op. cit, pág. 353 y 354.
[5] Ibidem, pág. 351.
[6] Fr. Francisco  DE S. JOSEPH, en su libro titulado: Historia  Universal  de  la  primitiva, y  milagrosa  imagen  de  Ntra. Señora  de  Guadalupe… y editado en Madrid en 1743. Edición  facsímil: historias  de  Santa  María  de  Guadalupe  y  Piedra  Escrita. Fondo  cultural  Valeria, Madrid, 2000. Pág. 124.