lunes, 8 de mayo de 2017

DE GUADALUPE Y DE FÁTIMA.




Desde la Edad Media, el Santuario y Monasterio de Guadalupe fue un importante centro de peregrinación donde acudían romeros desde lugares más o menos cercanos del reino de Castilla y procedentes de otros reinos, como Aragón, Murcia o Portugal. Acudían hasta las Villuercas en acción de gracias por algún favor conseguido al encomendarse a la Virgen de Guadalupe o para implorarle algún favor especial. Estos flujos de peregrinos resultaron ser muy enriquecedores para los pueblos por donde discurrían, porque iban cargados de novedades, de noticias, de cultura, etc., que iban dejando y tomando en aquellos lugares por los que pasaban.
En Portugal existió, desde muy pronto, una gran devoción a la Virgen de Guadalupe, comenzando por sus “Serenísimos Reyes”, quienes mostraron una gran devoción hacia ella y le concedieron singulares privilegios[1]. Algunos reyes de Portugal ofrecieron su Corona a Nuestra Señora de Guadalupe y pidieron su intervención para que fuese acertado el gobierno de su reinado. Tal es el caso de D. Alonso V, D. Juan II, D. Manuel, D. Juan III y D. Sebastián[2].
Precisamente el rey D. Sebastián de Portugal peregrinó hasta el Monasterio de Guadalupe con un gran séquito en las Navidades de 1576. Allí le esperaba su tío, el rey Felipe II de España. Joaquín Cepeda escribió unos romances exaltando aquel viaje, de donde entresacamos los siguientes versos[3]:
…la riqueza de Castilla
bien se los yua mostrando,
en estas cosas y otras
a Talauera han llegado
donde el martes en la noche
auía el rey reposado
y el miércoles allá en Mérida
sería mui bien festejado,
el jueves en Medellín
a de ser agasajado
y en Madrigalejo el viernes
será el rey aposentado,
luego el sábado a las dos
a Guadalupe ha llegado
a donde el gran Rey Phelipe
tres días le está aguardando.

Y en otros versos vuelve a decir:

…también en Madrigalejo
donde el viernes ha llegado
se hizo un recibimiento
como ha rey tan señalado.

El rey D. Sebastián pernoctó, tanto a la ida como a la vuelta, en la Casa de Santa María de Madrigalejo, en el mismo lugar donde, en 1516, su tatarabuelo, el rey Fernando el Católico, había fallecido[4].

               Y es que el camino que desde Lisboa se dirigía hacia Guadalupe, pasaba tangente a la Casa de Santa María. Por tanto, durante siglos, los vecinos del lugar de Madrigalejo tuvieron contacto continuo con numerosos peregrinos que, desde el reino de Portugal, se acercaban ante la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, siendo receptores y emisores de todo tipo de influencias.

Tras los acontecimientos ocurridos en Fátima en 1917, se va a iniciar un flujo religioso en sentido contrario al ocurrido en siglos anteriores. El 13 de mayo de ese año la Madre de Dios se apareció a tres niños (Jacinta, Francisco y Lucia), que se encontraban cuidando ganado en el campo. A través de la inocencia y sencillez de los pastorcillos, la Virgen María hacía una llamada a la conversión, a la oración y al sacrificio. El mensaje de Fátima de propagó rápidamente por todo el mundo y, hoy en día, más de cien años después, el Santuario de Fátima se ha convertido en uno de los grandes centros de peregrinación de la cristiandad.



La devoción a la Virgen de Fátima se extendió muy pronto por Extremadura y no tardó en viajar la imagen de la Virgen Peregrina de Fátima por el territorio extremeño[5]. Por ello, ya desde 1950, la Virgen María, en su advocación de Fátima, podía ser venerada también en la parroquia de San Juan Bautista de Madrigalejo. Su imagen había sido donada al templo por Ana Cerezo Fortuna y Lorenzo Rodríguez Amores con motivo de su matrimonio. 




Y como desde mucho tiempo atrás el Monasterio de Guadalupe fue y sigue siendo un importante centro de peregrinación al que acudían y acuden fieles portugueses, hoy y en el pasado reciente, también desde nuestras tierras, acudimos a Portugal como peregrinos para rezar ante Nuestra Señora de Fátima. La primera peregrinación de la que tenemos referencias organizada por la Parroquia de Madrigalejo tuvo lugar en 1959, siendo el cura párroco D. José Blanco Gallego. De esta peregrinación disponemos de documentación gráfica. 


También, ante las puertas del Monasterio de Guadalupe podemos mostrar en fotografía la peregrinación de un grupo de fieles de Madrigalejo acompañados de D. José Blanco, sin duda una de las primeras que se organizaron en autocar. En la actualidad, seguimos peregrinando hasta Guadalupe con los medios de locomoción que nos ofrece el progreso. Aunque también es verdad que, cada año, un buen número de peregrinos siguen haciendo el camino a pie para postrarse ante la Morenita.


Quizás porque tuviésemos tan cerquita el Monasterio, en nuestra Parroquia de Madrigalejo no había ninguna imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Por ello, siendo párroco D. Julián Sánchez López, se realizó una colecta entre los fieles para que nuestro templo tuviera una imagen de la Patrona de Extremadura. La imagen fue bendecida por el Obispo D. Carlos López el día 21 de junio de 1994.

Algunas décadas antes, en Madrigalejo había estado la imagen de la Virgen Peregrina de Guadalupe que Extremadura regaló al Santuario del Tepeyac. Fue durante las conmemoraciones del V Centenario del Nacimiento de los Reyes Católicos. La imagen de la Virgen de Guadalupe presidió todos los actos que se celebraron en nuestra localidad en la efeméride del 436 aniversario del fallecimiento del Rey Fernando, el 23 de enero de 1952, tanto los religiosos como los civiles, en la iglesia y en el exterior de la Casa de Santa María. Nos cuenta D. Ubaldo Rubio Calzón, en su crónica sobre aquellos eventos, que el Alcalde, D. Francisco Gómez Lozano de Sosa, al terminar, colocó una cinta a la imagen que decía: “En Madrigalejo, despide Extremadura a la Virgen de Guadalupe para el Tepeyac”, junto con una bolsita que contenía tierra de nuestros campos, para que se uniera a la de otras localidades que habían tenido su protagonismo en el descubrimiento y colonización de América. Desde aquí la Virgen Peregrina de Guadalupe fue llevada a Toledo antes de que partiera para Méjico.[6] Aunque esta imagen nunca llegó al Tepeyac, pero esa es otra historia.



Solo queda dedicar estas líneas a la Madre de Dios, en su advocación de Guadalupe y de Fátima, y pedirle que siempre nos proteja.

(Fotografías proporcionadas por: familia Moreno Hortet, Casi Tapia, familia Rodríguez Cerezo, Inmaculada Ruíz del Árbol, Toni Loro y Cati Vicente).


Guadalupe Rodríguez Cerezo.





[1] Fr. Francisco de SAN JOSÉ: Historia universal de la primitiva y milagrosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Año de 1743.  Capítulo XIX, nº 4.
[2] Ibidem, Capítulo XIX, nº 8.
[3] L. RODRÍGUEZ AMORES: Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S.A. Badajoz. 2008. Págs. 259,260, 261.
[4] Ibidem.
[5] GEROMÍN DE GUADALUPE: “La Virgen de Fátima peregrina por los campos extremeños”. Diario HOY. 1949. En: cronicasdetalavera.blospot.com.es/2007/12/la-peregrinacin-de-la-virgen-de-ftima.html
[6] U. RUBIO CALZÓN: “Efemérides memorables. 23 de enero de 1516-23 de enero de 1952”. Revista del Monasterio de Guadalupe. Año XXXV. Extraordinario. Junio-Agosto. Número 434-436. 1952. Págs. 72, 73 y 74.