martes, 25 de noviembre de 2025

PATRIMONIO PERDIDO. RETABLOS LATERALES DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE MADRIGALEJO

 

(Fotografía del archivo de Pilar Bravo)

La decoración del interior de la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Madrigalejo cambió sustancialmente a partir de 1964. En esta fecha, el edificio fue sometido a una importante restauración, en la que se solventaron problemas de peso y que fue necesaria para llevar a su sitio unos sillares del arco del crucero y otros del ábside que, peligrosamente, se habían desencajado y amenazaban verdadera ruina[1]; pero también es verdad que se tomaron unas decisiones que afectaron a la pérdida de parte de nuestro patrimonio religioso, basándose en corrientes, entonces imperantes, de despojar a los templos de buena parte de sus elementos ornamentales.

Entre las obras que desaparecieron, destacaban tres retablos laterales de estilo barroco, que en Crónicas Lugareñas. Madrigalejo, se describen sucintamente. Estaban fabricados en madera estofada, una técnica decorativa que consiste en aplicar pan de oro sobre la madera, cubrirlo con pigmentos de colores y después rasparlo, para crear diseños en relieve. En la decoración de estos retablos, predominaban las líneas curvas frente a las rectas y los motivos ornamentales destacaban sobre los iconográficos, creando unos fuertes contrastes de luces y sombras, propios de la época[2]. Los tres retablos fueron vendidos por el módico precio de 50.000 pesetas[3] (300 €).

Dos de aquellos retablos tenían un diseño muy similar, lo que lleva a pensar que fueran obra del mismo maestro y/o del mismo taller. Estaban situados en la nave, a derecha e izquierda del presbiterio, en los altares dedicados al Cristo de la Victoria y a la Virgen del Rosario. El tercero, algo más tardío y decorado con abultadas columnas salomónicas, estaba dedicado a San José y se encontraba situado en la pared lateral del lado del evangelio, entro el púlpito y la puerta norte.

Una vez que somos conscientes de la pérdida de aquellas obras, debemos seguir manteniendo en nuestro haber histórico el recuerdo de que formaron parte de nuestro patrimonio. Para no relegarlas al olvido más de lo que están, podemos aproximarnos a estas obras a través de lo publicado en Crónicas Lugareñas. Madrigalejo, también a partir de lo que aparece escrito en documentos antiguos, así como recurrir a algunas imágenes, tanto de antiguas fotografías en blanco y negro, como de unos dibujos con los que contamos, realizados  a carboncillo y de memoria por Ricardo Ciudad Casas una vez que los retablos ya habían desaparecido.

(Dibujo realizado por Ricardo Ciudad Casas)

Retablo del Altar del Santísimo Cristo de la Victoria

Una de las imágenes de culto más antiguas de nuestra iglesia parroquial, es el Cristo de la Victoria, una escultura de madera policromada, de bulto redondo, de estética gótica y con una cronología, probablemente, del siglo XVI. Esta imagen tenía su propio altar, situado en el frontal de la nave, en el lado del evangelio, donde, aparte de venerarse la imagen, también se podía celebrar culto, puesto que estaba dotado de sagrario y tenía sus propias reliquias. Así se desprende de lo que aparece escrito en algunos documentos manejados:

 

-En la “Visita” realizada a la parroquia en 1789, el visitador diocesano dejó escrito que se custodie en el archivo la llabe de las Reliquias que están en el Altar del Christo y, para ello, se compre una cajita donde también se custodie y conserbe la auténtica o atestado de dichas reliquias.[4]

 

-En la siguiente “Visita”, la de 1797, se dice que el visitador encontró el sagrario que está en el Altar del Santísimo Christo de la Victoria con la decencia correspondiente[5].

 

-Hasta el siglo XIX, delante de este altar del Cristo había unas verjas o barandas de hierro, desde donde se suministraba el Santísimo Sacramento de la Comunión[6].

 

Además, en este mismo altar, se celebraban, hasta mediados del siglo XX, solemnes misereres en los viernes de cuaresma[7].


Uno de los retablos vendidos en la restauración de 1964 cobijaba la imagen del Santísimo Cristo de la Victoria. Se trataba de una estructura en madera estofada dorada, que se distribuía en banco, un solo cuerpo y ático. No hemos podido averiguar los elementos que componían el banco, aunque sabemos que, en el centro, se encontraba el sagrario del altar. El cuerpo estaba formado por una única hornacina flanqueada por dos estípites exentos que sostenían la cornisa. En la hornacina estaba colocada la imagen del Cristo de la Victoria, muy bien protegida por una mampara de cristal y, a su vez, tapada por una cortina, que se descorría cuando había culto o por deseo expreso de los devotos[8]. El ático contenía en el centro un alto relieve con el busto de Dios Padre, portando, como atributos, el orbe en su mano izquierda y el cetro en la derecha, símbolos de su poder y juicio.

(Dibujo realizado por Ricardo Ciudad Casas)


Retablo de la Virgen del Rosario

Entre las cofradías antiguas de nuestra parroquia, estaba la dedicada a Nuestra Señora del Rosario, que había sido fundada en 1680 según las ordenanzas de fray Francisco Gómez[9]. Esta cofradía estaba encargada de atender las necesidades y el culto del altar dedicado a la Virgen del Rosario, situado en el frontal de la nave, en el lado de la epístola, en simetría con el altar dedicado al Cristo de la Victoria. Otro de los cometidos principales de la cofradía era sacar en procesión la imagen chica (¿Nuestra Señora de las Angustias?) de la Virgen, alrededor de la iglesia, todos los primeros domingos de cada mes[10].

(Fotografía proporcionada por Ángela María Viñuelas)

Sobre el altar dedicado a la Virgen del Rosario se encontraba otro de los retablos perdidos. Al igual que el anterior, esta obra se estructuraba en banco, un cuerpo y el ático. A través de una de las fotografías, observamos que el banco estaba dividido en cuatro cuarteles, donde aparecen en relieve unas representaciones alegóricas, como la fuente de agua viva (fuente inagotable de vida y salvación que nos trae Jesucristo), o los iconos del sol y la luna, que representan la doble naturaleza de Cristo, divina y humana: el sol, que brilla con luz propia, simboliza su divinidad, mientras que la luna, que brilla reflejando la luz solar, nos lleva a su Jesucristo hombre.

El cuerpo de este retablo estaba dividido en tres calles por dos gruesas columnas con sus fustes sobrecargados de decoración. El centro lo ocupaba una hornacina que contenía la imagen de la Virgen del Rosario. En las calles laterales se situaban otras esculturas de bulto redondo sobre unas peanas: la de Jesús Niño y la de la Virgen del Carmen.

(Dibujo realizado por Ricardo Ciudad Casas)

El remate de este retablo era muy parecido al del Cristo de la Victoria, diferenciándose en la representación que ocupaba el centro del ático. Si en el retablo del Cristo aparecía representado Dios Padre, en este de la Virgen del Rosario se encontraba una alegoría del Espíritu Santo, como un fuego del que surgían rayos, rodeándolo cabezas de angelotes.

El altar de Nuestra Señora del Rosario gozaba del privilegio de ciertas indulgencias, que aparecían especificadas en un letrero de madera, con preciosa letra, que colgaba siempre del retablo, para que los fieles conocieran las indulgencias a las que se podían acoger.[11]

Retablo de San José

También de factura barroca y en madera estofada, existía en nuestra iglesia parroquial un retablo dedicado a San José, situado en la nave, en el muro lateral. No nos ha llegado ninguna fotografía ni dibujo de esta obra, únicamente se conserva la escultura de bulto redondo que la presidía, y que hoy se encuentra alojada en una de las hornacinas del retablo mayor.

 

De la imagen de San José, ya tratamos en una entrada anterior de Luz de Candil (https://luzdecandilmadrigalejo.blogspot.com/2021/04/imagen-del-glorioso-patriarca-san-joseph.html). Esta escultura, en madera policromada, fue donada en 1772 a la Parroquia por el matrimonio formado por Francisco Gil Moreno e Inés Fernández Mateos, con la finalidad de que sirviera para la devoción pública de los fieles convecinos, y fue colocada, con el permiso del visitador diocesano, en el altar que se dice de la Ánimas[12]. ¿Este altar de las Ánimas pasaría a llamarse a partir de entonces San José o se construyó otro para San José? A esta pregunta no podemos responder.


(Fotografía de María García)

A un lado y a otro de la hornacina que cobijaba a San José, se encontraban sendas pinturas en las que se representaba a San Joaquín y a Santa Ana, los padres de la Virgen María. Separaban estas representaciones unas columnas salomónicas con sarmientos de vides enrollados, con sus hojas y sus frutos, con clara alusión a la Eucaristía.[13]

 

En la visita realizada en 1866, se mandó adecuar en el Altar de San José, en el tabernáculo que hay en su retablo, una reliquia de Santa Severa, con su auténtica correspondiente, cuyo altar está inservible por falta de ara, que se mandó al párroco procurara adquirir[14].

 

El Concejo acuerda adquirir un retablo para la iglesia

Los retablos que hemos estado tratando, estilísticamente, podrían datarse entre los siglos XVII y XVIII. Coincidiendo con ese periodo, hemos encontrado un documento en el archivo municipal que trata de la adquisición de un retablo para la capilla de la yglesia del Señor San Joan Bautista deste dicho lugar. En libro de actas del Concejo de la sesión del 6 de junio de 1676, se dice que a los señores concejales y al señor cura les ha llegado la noticia de la existencia de un retablo en la villa de Guareña. Todos juntos y de un mismo acuerdo y parecer decidieron ir a Guareña para entablar negociación con la persona a cuyo cargo estaba el retablo, el precio y los plazos en los que se pudiera saldar. Una vez sabida la cantidad y el modo de traerlo a la iglesia, se faculta a los componentes del Concejo -los que entonces estaban y los que estuvieren en el futuro- para que se financie la adquisición del retablo con caudales procedentes de lo que sobrare una vez saldados todos los gastos del Concejo, hasta que sea cumplida la paga del retablo. El escribano pidió confirmación a todos y cada uno de los miembros que participaron en aquella reunión del Concejo y todos dijeron que sí.

¿Se trataría de unos de los retablos de los que hemos hablado más arriba?  

 

Transcripción de una parte del documento del acta del día 6 de junio de 1676:

…Por quanto ha venido a noticia de los señores concejales y de su merced el Sr. cura el questá un retablo que pertenesce según su motivo para la capilla de la yglesia del Señor San Joan Bautista deste dicho lugar, y todos juntos de vn mismo acuerdo y parecer dijeron que se baya a la villa de Guareña, quees la parte donde está el dicho retablo y se confiera con la persona a cuio cargo está el disponer del y se vea el presçio poco más o menos en que le harán y qué plaços, que savido la cantidad, en modo que se pueda traer a esta yglesia, desde luego dar su consentimiento por los señores Justiçia y Rexidores, que de presente son y por el tiempo venidero fueren, para que de los maravedís de los propios del dicho Concejo que sobraren, hechos y cumplidos los gastos neçessarios y comunes y de lo demás, puedar dar i den, desde luego quedando el dicho Concejo con bastante caudal para sus gastos según los años y cantidades que en cada vno hubiere, se pueda ofreçer por este Concejo y de los demás que fueren de aquí en adelante hasta que sea cumplida la paga y los contenidos en este acuerdo. Yo el escribano doi fee, los fui a cada vno de por sí tomando su dicho y todos dixeron que sí vno por vno, y firmaron sus mercedes y firmó el que supo de los presentes y, por los que no, vn testigo…

 

Concluimos

Es una lástima que no podamos contemplar y disfrutar de unas obras que ya no se encuentran entre nosotros, pero no queremos que se queden en el olvido y, por ello, hemos tratado de hacer una aproximación lo más completa posible a partir de las escasas fuentes que tenemos a nuestro alcance.

 

Guadalupe Rodríguez Cerezo



[2] Ibidem.

[3] Ibidem.

[4] Archivo parroquial. Libro de Fábrica. Visita de 1789.

[5] Archivo parroquial. Libro de Fábrica. Visits de 1797.

[6] Archivo parroquial. Libro de Fábricas (1799-1800).

[8] Ibidem.

[9] Ibidem, p. 302.

[10] Ibidem.

[11] Ibidem, p. 294.

[13]L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónica Lugareñas…, op. cit., p. 294.  

[14] Archivo parroquial. Libro de Fábrica. Visita de 1866.