El 17 de marzo de 2008 tuvo lugar el
acto de presentación de libro que escribió mi padre, Lorenzo Rodríguez Amores: Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf,
S.A. Badajoz. 2008. Aunque él estuvo presente en el acto, su enfermedad le
impidió hablar como autor de la obra. Me cupo a mí el honor de dirigirme a los
presentes en su nombre. Aquí reproduzco las palabras que me sirvieron para la
presentación del libro:
“Después de una
dilatada espera, por fin
tenemos en nuestras
manos este libro,
que mi padre, con
no poco esfuerzo, ha
ido escribiendo, sin prisa
pero sin pausa,
a lo largo
de una gran
parte de su
vida y que
hoy venimos a
presentar. Aunque debería ser
él quien ocupara
este lugar, sus problemas
de salud se lo impiden.
Por ello, soy yo
quien me dirijo
a ustedes en
su nombre.
Me
gustaría, con mis limitadas
palabras, poder satisfacer la
curiosidad de todos
ustedes intentando dar
respuesta a dos
preguntas que creo
que puedan estar
en la mente de
todos los presentes. La
primera sería ¿Cómo surgió
la idea de
escribir este libro?, y
la segunda, ¿Qué podemos
encontrar en él?.
Como
respuesta a la
primera cuestión, diría que, tras
años y años
de ir compaginando
su profesión como
veterinario, en Quintana de
la Serena, con su
afán inagotable de
conocer todo lo
que pudiera estar
relacionado con la
historia de Madrigalejo
y de su
entorno más cercano (indagando en
archivos, acudiendo allá donde
se enteraba de
la existencia de
restos antiguos, pateando caminos, escuchando a
los mayores del
lugar, escudriñando en todo
libro que llegaba
a sus manos
cualquier noticia que
le pudiera interesar, asistiendo a
cualquier acto cultural
en el que
se cociese el
pasado extremeño y donde
tuvo la suerte
de encontrar buenos
amigos con los
que compartir similares
inquietudes intelectuales,
haciendo sus pequeñas
aportaciones en ponencias
en los Coloquios
Históricos de Trujillo
o en algún
que otro Congreso
de Estudios Extremeños, por poner
algunos ejemplos, o colaborando
en cualquier evento
en el que
se requería su
presencia… ),llegó el momento
de su jubilación.
Y
una vez ganado el
merecido retiro, decide aprovechar
la ocasión, cuando lo que le
sobraba era tiempo, para
emplearlo en la
ambiciosa tarea de
poner en orden
toda la documentación
que durante años
había ido recopilando
y reunirla en
una obra, sin prisas, más
por diversión, aunque muchas
veces se le hiciera
muy cuesta arriba, que
por obligación. Además,
también contó con
el acicate de
personas cercanas que
le animaban a
que escribiera lo
que sabía para
que no se
perdiera el fruto
de sus investigaciones.
¿Y qué
podemos encontrar en “Crónicas
lugareñas: Madrigalejo”?
En
primer lugar, historia, y sobre
todo, la historia
local, que va
desde los tiempos
prehistóricos hasta los
primeros años del
siglo XX. Sin embargo, como en
cualquier población, los vecinos
de Madrigalejo no
han permanecido aislados
a lo largo
del tiempo, y por
tanto, participaban de todas
la vicisitudes de
su entorno más
cercano, como es el
de la comarca
o el de la región, y
también repercutían en
ellos los acontecimientos nacionales, así como, en
algún momento, los que
sucedían más allá
de nuestras fronteras. Por ello, son
inevitables las alusiones
a la Emérita Augusta
de los romanos
o a la Mereda
de los musulmanes; los capítulos
dedicados a la
tierra de Trujillo, de
la que formamos
parte desde la
Reconquista hasta el
siglo XIX; al Monasterio
de Guadalupe y
a los Vargas, quienes gozaron
de gran parte
de nuestros campos
durante siglos. Nuestros predecesores
también fueron víctimas
de las invasiones
que se sucedieron
en la Península, así como
se vieron involucrados
en los conflictos
bélicos que afectaron
a todos los
españoles…Pero además, hubo gente
nacida en Madrigalejo
con un espíritu
aventurero que les
llevó allende los
mares, a la entonces
recién descubierta América, o
quien, estimulado por la
misión evangélica, recaló,
incluso, en las Filipinas; como también
hubo soldados que
lucharon en las
guerras de Cuba o de
África. Y asimismo, igual que
en cualquier otro
lugar que esté
junto a una
vía de comunicación, circularon por
nuestros pagos múltiples
viajeros, algunos de ellos
de cierta importancia, entre los
que podemos incluir a reyes.
De todos
es sabido cómo un rey viajero
que venía enfermo, empeoró de
tal forma en
las cercanías de
Madrigalejo, que hubo que
habilitarle un sitio
digno donde terminar
sus días. Por tanto, no
podía faltar una
referencia destacada en
el libro a
la figura del
rey Fernando el
Católico.
Como
la mayoría de
las localidades, Madrigalejo también
goza de su
pequeño patrimonio. Por ello, en
las páginas de
este libro, podemos encontrar
el estudio de
cada una de
las piezas que
conforman nuestro legado, de
las que conservamos
e, incluso, de las que, por
un motivo u
otro, se han perdido
pero de las
que existen noticias. Entre esta
herencia cultural se
detallan hallazgos protohistóricos, restos romanos, vestigios islámicos, la
casa de Santa
María, que por ser el
escenario de la
muerte del rey
Católico fue declarada
Monumento Histórico Nacional, la
iglesia parroquial de
San Juan Bautista
con sus bienes
muebles y las
ermitas.
Lo
que se ha
expuesto hasta el
momento podría decirse
que conforma el
armazón de la
obra; pero en ella
podemos encontrar bastante
más. El autor, en determinadas
ocasiones, aportar sus propias
hipótesis, exponiendo todas y
cada una de
las razones que
le han llevado
a conjeturar tales
teorías. Además, junto a la
abundancia de datos, documentos y reseñas, también podemos
toparnos con anécdotas, curiosidades, descripciones de
tradiciones (como el que
dedica a nuestra
querida “Carrerita”),
incursiones en el
argot campesino que
está ya es
desuso (¿quién oye en la actualidad
palabras como pegujal, predio, cuéscara, estevón o
cogujones?), topónimos antiguos
(algunos desaparecidos, pero otros
que siguen vigentes
en la actualidad), leyendas y cuentos que
hemos oído pasar
de generación en
generación (como el del
infeliz Tamborilero), usos y
costumbres de otras
épocas, alusiones a personajes
de carne y
hueso que por
diferentes motivos merecen
un recuerdo, y, por supuesto, no
puede faltar algún
que otro toque
de humor. Todo ello, intercalado en
cualquier parte del
texto, hace que las
partes más técnicas,
serias y áridas del
libro sean más
amenas.
El
libro está formado
por 34 capítulos, cada uno
independiente, de tal manera
que su lectura
puede efectuarse intercaladamente sin
que por ello
se produzca menoscabo
alguno. Esta es la
razón por la
que algunas explicaciones
se repiten en
distintos capítulos, de tal
forma que el
lector puede disponer
de todos los
datos en la
mano y no
tiene que volver
atrás en la
lectura.
Por
todo lo dicho, se
puede apreciar que
no es una
obra fruto de
la improvisación, sino que
lleva tras de
sí toda una
vida de trabajo. Aparte de
estar muy documentado, pues no en vano
se sustenta en
una amplia bibliografía
y en varios
tipos de fuentes, es
un escrito que
puede calificarse de
personal y de
no estar del
todo concluido. Es personal
porque en él mi padre
expone opiniones, expresa su
dolor ante aberraciones
producidas en nuestro
patrimonio o en nuestro medio
ambiente, afloran sus sentimientos
religiosos y porque
se encuentra más
a gusto tratando
temas más atractivos
para él que
otros que no
lo son tanto. No
está del todo
concluido porque en su mente
todavía faltaban algunos
capítulos por añadir, y
las circunstancias han
hecho que se
diera por cerrado.
Por
último, me gustaría de
alguna manera agradecer
a todas y
a cada una
de las personas
que de un
modo u otro han contribuido
a que se
haya hecho realidad
el proyecto de
mi padre, pero ésta
sería tarea suya, que
lo hubiera hecho
si se encontrase
en las mejores
condiciones, y que yo no puedo
ejecutarlo porque en la mayor
parte lo desconozco. Lo que
sí quiero es
mostrar mi agradecimiento a
las personas e
instituciones que me
han ayudado en
la parte final
del recorrido, cuando me
hice cargo de
la tarea de
su publicación, como a
Ubaldo Cerezo, Soledad López-Lago, Bartolomé Díaz, Toni
Loro, Marcial Velarde, al Ayuntamiento
de Madrigalejo, que ha
organizado este acto, y, por
supuesto, a todos los
presentes, especialmente a quienes
se han desplazado
desde fuera.
Y
por mi parte
no me queda
más que desear
que disfruten con
la lectura del
libro y que
sirva para querer
más a nuestra
tierra y conocerla
mejor. Muchas gracias a
todos.”
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