sábado, 11 de marzo de 2017

SOBRE "CRÓNICAS LUGAREÑAS.MADRIGALEJO".



El 17 de marzo de 2008 tuvo lugar el acto de presentación de libro que escribió mi padre (Lorenzo RODRÍGUEZ AMORES: Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf, S.A. Badajoz. 2008). Aunque él estuvo presente en el acto, su enfermedad le impidió hablar como autor de la obra. Me cupo a mí el honor de dirigirme a los presentes en su nombre. Aquí reproduzco las palabras que me sirvieron ese día para la presentación del libro:

Después de una dilatada espera, por fin tenemos en nuestras manos este libro, que mi padre, con no poco esfuerzo, ha ido escribiendo, sin prisa, pero sin pausa, a lo largo de una gran parte de su vida y que hoy venimos a presentar. Aunque debería ser él quien ocupara este lugar, sus problemas de salud se lo impiden. Por ello, soy yo quien me dirijo a ustedes en su nombre.

Me gustaría poder satisfacer la curiosidad de todos ustedes intentando dar respuesta a dos preguntas que creo que puedan estar en la mente de los presentes. La primera cuestión sería “cómo surgió la idea de escribir este libro” y la segunda, “qué podemos encontrar en él”.

En relación a la primera, diría que, tras años y años de ir compaginando su profesión como veterinario en Quintana de la Serena, con  su afán inagotable de conocer todo lo que pudiera estar relacionado con la historia de Madrigalejo y de su entorno más cercano (indagando en archivos, acudiendo allá donde se enteraba de la existencia de restos antiguos, pateando caminos, escuchando a los mayores del lugar, escudriñando en todo libro que llegaba a sus manos cualquier noticia que le pudiera interesar o asistiendo a cualquier acto cultural en el que se cociese el  pasado extremeño y donde tuvo la suerte de encontrar buenos amigos con los que compartir similares inquietudes intelectuales, donde hacía sus aportaciones en comunicaciones en los Coloquios Históricos de Trujillo o en algún que otro Congreso de Estudios Extremeños, por poner algunos ejemplos, así como colaborando en cualquier evento en el que se requería su presencia… ), llegó el momento de su jubilación.

Y una vez llegado el merecido retiro, decidió aprovechar la ocasión, cuando lo que le sobraba era tiempo, para emplearlo en la ambiciosa tarea de poner en orden toda la documentación que durante años había ido recopilando y reunirla en una obra, sin prisas y por afición, aunque muchas veces se le hiciera muy cuesta arriba. Además, también contaba con el acicate de personas cercanas que le animaban a que escribiera lo que tanto había trabajado, para que no se perdiera el fruto de sus investigaciones.

 Y acerca de la segunda cuestión, ¿qué podemos encontrar en “Crónicas lugareñas: Madrigalejo”?

Sobre todo, historia, y especialmente, historia local, la que va desde los tiempos prehistóricos hasta los primeros años del siglo XX. Sin embargo, como en cualquier lugar, los vecinos de Madrigalejo no permanecieron aislados a lo largo del tiempo, y por tanto, participaron de todas la vicisitudes de su entorno más cercano, como es el comarcal o el regional, y cómo no, también repercutían en ellos los acontecimientos nacionales y los que sucedían más allá de nuestras fronteras. Por ello, son inevitables las alusiones a la Emérita Augusta de los romanos o a la Mereda de los musulmanes; también los capítulos dedicados a la tierra de Trujillo, de la que estuvimos formando parte desde la Reconquista hasta el siglo XIX; el Monasterio de Guadalupe y los Vargas participaron también en nuestra historia, gozando de gran parte del aprovechamiento de los campos que nos rodean. Asimismo, nuestros predecesores fueron víctimas de las invasiones que se sucedieron en la Península y se vieron involucrados en los conflictos bélicos que afectaron a todos los españoles… Y, además, hubo naturales de Madrigalejo con gran espíritu aventurero que los llevó a cruzar los mares, hacia tierras americanas, o quien, estimulado por la misión evangélica, recaló, incluso, en las Filipinas; También los hubo quiénes de forma forzosa, siendo soldados de reemplazo, tuvieron que luchar en las guerras de Cuba o de África. Asimismo, igual que en cualquier otro lugar situado junto a una vía de comunicación, por aquí circularon numerosos viajeros, algunos de ellos personajes importantes, entre los que hubo reyes. De todos es sabido cómo un rey viajero que venía enfermo, empeoró en las cercanías de Madrigalejo y fue alojado en la mejor casa que había por el contorno, donde terminó sus días. Me estoy refiriendo a la figura del rey Fernando el Católico que, por la importancia de los hechos históricos ocurridos en enero de 1516, tiene un lugar destacado en el libro.

Como la mayoría de las localidades, Madrigalejo también goza de su pequeño patrimonio. Por ello, en las páginas de esta obra, podemos encontrar el estudio de piezas y monumentos que conforman nuestro legado, de aquellas que conservamos, pero también de las que se han perdido y conocemos de su existencia de una forma o de otra. Entre esta herencia cultural se detallan hallazgos protohistóricos, restos romanos, vestigios islámicos, la Casa de Santa María -que por ser el lugar de la muerte del rey Católico fue declarada Monumento Histórico Nacional-, la iglesia parroquial de San Juan Bautista con sus bienes muebles y las ermitas.

Lo que se ha expuesto hasta el momento podría decirse que conforma el armazón de la obra; pero en ella podemos encontrar bastante más. El autor, en determinadas ocasiones, aportar sus propias hipótesis, exponiendo todas y cada una de las razones que le han llevado a conjeturar tales teorías. Además, junto a la abundancia de datos, documentos y reseñas, también podemos encontrar anécdotas, curiosidades o descripciones de tradiciones, como la dedicada a nuestra querida Carrerita, incursiones en el argot campesino que está ya en desuso -como pegujal, predio, cuéscara, estevón o cogujones-, topónimos antiguos – muchos desaparecidos, aunque otros siguen vigentes en la actualidad-, leyendas y cuentos que han ido pasando de generación en generación -como el del infeliz Tamborilero-, usos y costumbres de otras épocas, alusiones a personajes de otros tiempos que por diferentes motivos merecen un recuerdo especial, y, por supuesto, no podía faltar algún que otro toque de humor. Todo ello, intercalado en cualquier parte del texto, hace que las partes más técnicas, serias y áridas del libro de perciban de forma más amena.

El libro está formado por 34 capítulos, cada uno de ellos independiente, de tal manera que su lectura puede efectuarse sin seguir un orden preestablecido sin que por ello se produzca menoscabo alguno. Por esta razón, algunas explicaciones se repiten en distintos capítulos, de tal forma que el lector puede disponer de todos los datos en la mano y no tiene que volver atrás en la lectura.

Por todo lo dicho, se puede apreciar que no es una obra fruto de la improvisación, sino que lleva tras de sí toda una vida de trabajo. Aparte de estar muy documentado, pues no en vano se sustenta en una amplia bibliografía y en varios tipos de fuentes, se caracteriza también por ser una obra personal y de no estar acabada. Es personal porque, en él, mi padre expone opiniones, denuncia aberraciones y daños producidas en nuestro patrimonio y en nuestro medio ambiente, afloran sentimientos religiosos y trata temas más atractivos para él y elude otros que otros que no lo son tanto. Y no está acabada porque, en su mente, todavía faltaban algunos capítulos por añadir, y las circunstancias han hecho que se diera por cerrado.

Por último, me gustaría mostrar nuestro agradecimiento a todas las personas que, de un modo u otro, han contribuido a que se haya hecho realidad el proyecto de mi padre. Esta tarea sería suya, que lo hubiera hecho de mil amores si se encontrase en las mejores condiciones. Al ser un trabajo de muchos años, incluso los más cercanos desconocemos gran parte del recorrido vital de la obra. Pero sí queremos mostrar nuestro agradecimiento a las personas e instituciones que nos han ayudado en la parte final del recorrido, cuando nos hicimos cargo de la tarea de su publicación, como a Ubaldo Cerezo, Soledad López-Lago, Bartolomé Díaz, Toni Loro, Marcial Velarde, al Ayuntamiento de Madrigalejo, que ha organizado este acto, y, por supuesto, a todos los presentes, especialmente a quienes se han desplazado desde fuera.

Y por nuestra parte, no nos queda más que desear que disfruten con la lectura del “Crónica Lugareñas. Madrigalejo”. Que sea un instrumento para conocer y querer más a nuestra tierra. Muchas gracias a todos.




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