martes, 17 de octubre de 2017

MADRIGALEJO Y EL RÍO RUECAS


Aunque en la actualidad veamos al río Ruecas como un elemento más de nuestro paisaje y lo contemplemos con la añoranza de una belleza pasada que ya no tiene, es justo reivindicar la importancia que tuvo durante siglos y siglos para los vecinos de nuestro pueblo.


Sin duda, el emplazamiento de Madrigalejo está determinado por el río Ruecas. Cuando una comunidad buscaba el lugar idóneo donde establecerse, el primer factor que tenía en cuenta era la cercanía del agua. Nuestros antepasados eligieron este punto concreto, primero, porque estaba situado a la vera de un río, el Ruecas, estableciendo sus viviendas sobre unos pequeños montículos para que permanecieran a salvo de sus riadas, y además, tuvieron en cuenta que pudieran atravesarlo cómodamente a través de un anchuroso vado, que hoy ha desparecido. Y en el vado, colocaron las pasaderas: una serie de grandes piedras dispuestas en hilera, por donde se cruzaba el río dando trancos de una a otra, sin necesidad de mojarse. Unas pasaderas que también han desaparecido.


Hasta no hace mucho tiempo, la vida de los vecinos de Madrigalejo giraba en torno al Ruecas. Desde siempre, el río fue el gran abastecedor de agua para el vecindario. Aunque se contaba para el suministro humano con las fuentes de la Carizosa, de los Grifos y, la más reciente, de la República, las aguas del Ruecas eran generalmente de uso doméstico y potable, a excepción de las épocas de las grandes crecidas, en las que el agua bajaba embarrada, de color chocolate, y en la estación estival, cuando el agua dejaba de correr y se estancaba.



Si el tiempo lo permitía, un día a la semana, las mujeres se pasaban el día en el río haciendo la colada. Útiles imprescindibles para la tarea eran el cesto de mimbre, el batidero de madera y el jabón casero. Conforme iban lavando, tendían al verde la ropa enjabonada (método tradicional para quitar las manchas y blanquear la ropa) para después aclarar y tender. Mientras lavaban, tenían puestos los esqueros; con ellos atrapaban los peces que, al llegar a casa, cocinaban para la cena. 


El río Ruecas también constituía el medio de vida para varias familias que se dedicaban a la pesca. Sus finas aguas que bajan de las Villuercas eran garantía de pescado de muy buena calidad y, además, había mucha abundancia de peces. La tarraya, el trasmallo, el esquero, el garlito, incluso, la caña, eran los medios que utilizaban para hacer su trabajo. Los pescadores o peceros se conocían palmo a palmo todo el río, cada una de sus tablas: la tabla Caballona, la del Estrecho, de Los Tuertos, de la Opea o de la Jopea, de los Pinos, de la Campana, de la Musena… En estas tablas pasaban el día los patos caseros, los cuales, al llegar el atardecer, regresaban todos en fila, sin despistarse ninguno, cada uno a sus casas de procedencia, sin nadie que los guiara.

En su ribera, los hortelanos cultivaban sus huertos y sus huertas, de donde se abastecían de hortalizas (lechugas, cebollas, ajos, berenjenas, tomates, pimientos, berzas, rábanos…) y de frutos de las arboledas (ciruelas, granadas, naranjas, higos y brevas, membrillos…), regados por el agua sacada de las norias. También eran las aguas del río Ruecas las que movían las grandes piedras de los molinos harineros: el molino de Arriba con más de ocho siglos de antigüedad y actualmente en ruinas, y el molino de Abajo, construido en el siglo XVIII y totalmente desaparecido desde finales del pasado siglo. 


¿Y cómo no iba a servir el río también de asueto y esparcimiento? Sus tablas era el lugar de baño en las calurosas tardes de verano… los más habilidosos se entretenían en coger peces “a cueva”… ¡Cuántas merendillas no se habrán comido en sus orillas…!¡Cuántas caídas en los palos de la risa!¡Cuántos frites en los Pinos!...  Pero también, ¡Cómo se asustaba a los más pequeños con que, si no se portaban bien, venía el pez mulo de la Tabla Caballona…!


Y viendo la situación actual del Ruecas a su paso por Madrigalejo, seguro que los que conocimos el río en sus buenos tiempos lo añoramos. AÑORAMOS sus aguas cristalinas, tan limpias; el royal y el verde, uno a cada lado del río en la zona de las pasaderas; las tablas, alguna con pez mulo incluido...


Demos un paso más: SOÑEMOS. Soñemos en recuperar de él lo que podamos. Soñemos vivamente porque, a veces, los sueños se cumplen…y HAGAMOS. Hagamos lo que esté a nuestro alcance para presionar a quien proceda  para que se acometa, de una vez por todas, la recuperación del río Ruecas. Estamos convencidos de que se puede.

Asociación Cultural Fernando el Católico.

Las fotografías que aparecen han sido cedidas por Inmaculada Ruiz del Árbol, Antonia Loro Carranza y familia Rodríguez Cerezo. 

martes, 3 de octubre de 2017

MARCHA SOLIDARIA CONTRA EL CÁNCER DE MAMA

19 de octubre de 2014


Se acerca el Día Internacional dedicado al “Cáncer de Mama” y, como cada 19 de octubre, este año también saldremos a la calle con nuestros pañuelos rosas para mostrar nuestro apoyo a las personas que han sufrido,  sufren y sufrirán esta enfermedad. Yo soy una de ellas.

           Por ello, en 2014, fui la encargada de redactar y leer el manifiesto en la III Marcha Solidaria contra el Cáncer de Mama, que celebramos en Madrigalejo. Comparto a continuación las palabras que, aquel 19 de octubre de 2014, dirigí a los presentes:

19 de octubre de 2013


“El 19 de octubre de 2012 se celebró aquí, en Madrigalejo, La primera Marcha Solidaria contra el Cáncer de Mama. Aquí estuve como uno más, consciente de que este tipo de iniciativas es una gran ayuda para sensibilizarnos de la importancia que tiene la detección precoz del cáncer de mama, y en solidaridad con todas las mujeres que habían sufrido en sus propias carnes esta cruel enfermedad. Recuerdo perfectamente aquel día.  Iba de las últimas en la marcha que discurrió por diversas calles del pueblo. También recuerdo cómo me conmovieron, lo mismo que a todos los presentes, las palabras de Mª José, mujer valiente que con gran coraje ha superado la enfermedad.

Y aunque de vez en cuando nos planteamos que nos puede tocar a cualquiera, no podía imaginar que lo tuviera tan cerca… Cuatro meses después, el 19 de febrero de 2013, me diagnosticaron cáncer de mama.


En ese momento, el mundo se nos cayó encima. Y digo se nos cayó porque, a mi lado, estaban los que me querían. Estaba mi marido, que lo sufrió conmigo y sufrió conmigo; estaban mis hijos, mi familia, mis amigos… En esas circunstancias se piensa en todo y de todo. Pero sobre todo se piensa en las personas más cercanas, especialmente en nuestros hijos. Y es que ¡la palabra cáncer es tan terrorífica…! 

19 de octubre de 2013


Pero hoy estamos aquí para hablar de esperanza. De esperanza porque hay tratamientos que están curando el cáncer de mama; son tratamientos duros y agresivos, pero que curan. De esperanza porque tenemos la suerte de disponer de un personal sanitario que si grande es su profesionalidad, grande es también su humanidad. De esperanza porque contamos con unas campañas de detección precoz del cáncer de mama que contribuyen a que se pongan los medios antes de que esté demasiado avanzada la enfermedad. De esperanza porque hoy día las mujeres estamos alertas y, ante el menor indicio, nos ponemos en manos de los médicos. Y de esperanza porque la sociedad está sensibilizada con este mal y buena muestra de ello son los diversos actos que se celebran contra esta lacra, esta marcha solidaria y nuestras aportaciones para que se siga investigando en alcanzar mejores tratamientos.

También hoy es un día de homenajes. Homenaje a todas las mujeres que han sufrido, sufren y sufrirán esta enfermedad. Homenaje a tanta mujer luchadora. Homenaje a todas y cada una de esas mujeres que, aunque lucharon con todas sus fuerzas, no pudieron vencer en tan dura lid. Homenaje a esas mujeres valientes y luchadoras que han logrado superar la enfermedad y han sido un ejemplo y esperanza para las que hemos venido detrás. Homenaje para las mujeres que en estos momentos están en tratamiento: todo nuestro apoyo y nuestra fuerza para ellas. Y también homenaje a los familiares y cuidadores, a los más cercanos a estos enfermos, por su cariño, por estar ahí, por su apoyo incondicional, por sufrir con ellos… 

19 de octubre de 2014

No quisiera terminar estas palabras sin tener un recuerdo especial para todos los enfermos de cáncer, de cualquier tipo: que luchen con todas sus fuerzas, que estén llenos de esperanza, que tengan gente que les quiera a su lado, que se dejen querer y, sobre todo, que vivan, que la enfermedad también es vida… Si sois creyentes, rezad por ellos, porque también necesitan la fuerza de la oración.

Y no me queda más que dar las gracias a la Asamblea Local de la Asociación Española Contra el Cáncer, organizadora de este evento, al Ayuntamiento de Madrigalejo por involucrarse en esta causa y  a todos los presentes por habernos acompañado en esta marcha solidaria.”

Guadalupe Rodríguez Cerezo.