(Continuamos
con la última entrega de la Visita Guiada “Vamos a Callejear”…)
En la misma
Pontezuela (donde nos habíamos quedado), continuamos el recorrido entrando en
la Calle Luisa Fortuna. Y justamente en el punto de conexión de ambas, nos
topamos con una escultura en bronce que homenajea a los agricultores y
ganaderos, prácticamente la fuerza motora de la economía local. Es una obra de
2013 del artista villanovense Ricardo García Lozano.
A la historia de algunas calles le pasa un poco como
a la historia de las personas. Son aquellas que no han tenido una evolución lineal,
sin grandes sobresaltos, sino que han pasado por diferentes etapas, unas de
plenitud y pleno desarrollo, y otras de deterioro y decadencia. Quizás sea la
calle Luisa Fortuna la que, entre todas las del pueblo, mejor representa este
símil.
(Fotografía cedida por Inmaculada Ruiz del Árbol)
El hecho de ser parte del Camino Real favorecía el
trasiego constante de caminantes en ambos sentidos. Y más habiendo parada y
fonda para finalizar una jornada. No en vano se dio a esta calle el nombre de
calle de los Mesones, por ser varios los que en ella tenían asiento. Es de
suponer que, aparte de los mesones, otra serie de negocios se instalaran
también para aprovechar la afluencia de gentes. Podemos afirmar, por tanto, que
durante bastantes siglos fue la calle más importante del pueblo, la de más
vitalidad económica.
Pero no será hasta el primer cuarto del siglo XX,
cuando tengamos datos concretos que nos permitan hacernos una idea de su
importancia. En esa época era obligado
que el municipio llevara un registro de las actividades económicas para
facilitar el cobro de impuestos, lo que nos aporta una valiosa información de
los negocios y personas que en ella estaban domiciliados. Creemos que merece la
pena citar los que aparecen entre 1910 y 1925, aunque pueda parecer un poco
pesado:
–Antonia Sánchez Ramos
tuvo una fábrica de gaseosas entre 1910 y 1914.
–La farmacia de D.
Anselmo Delgado Barraquero aparece en todos los listados entre 1910 y 1925.
–Francisco López Gallardo
registra una herrería entre 1911 y 1925
–La familia Capilla
regenta una barbería de 1912 a 1914
–Eleuterio Agudo García
tuvo una taberna entre 1916 y 1921
–La abacería /paquetería
de Carlos Sicart Audije estuvo en esta calle entre 1920 y 1922.
–Jacinto Gallego Benito
tenía un café en 1922, que más entrado el siglo regentaría su hijo Julio.
– Pedro Guillermo Ciudad
tuvo una taberna en 1922 y1923.
–Hubo tres carreteros,
uno de los cuales era Julián Arroyo Cañada, cuyos nietos crearon un taller
mecánico del pueblo, más avanzado el siglo.
–El casino social de
Francisca Escobar Muñoz, conocida por el sobrenombre de la Mora, aparece
registrado por primera vez en 1924.
–Y prácticamente en la
plaza, pero constando como calle Luisa Fortuna, figura en los años 1923 y 1924,
el comercio de Fernando Recio Santaló (donde hoy se encuentra el Ayuntamiento)
Pero además de todo lo anterior, en esta calle se
situó el primer cuartel de la Guardia Civil y tuvo su sede la Caja de Ahorros y
Monte de Piedad, cuyo letrero el tiempo va dejando al descubierto. Y la procesión
de la Carrerita se celebraba en esta calle.
(Aun pueden verse las letras que anunciaban la Caja de Ahorros)
A mediados del siglo XX, sigue siendo una calle con
bastante vitalidad. Se mantienen una serie de bares y tascas bastante
populares, como la tasca del tío Antolín, memorable por la forma de servir los
vinos: en botella con una fina caña en el tapón para beber a garlito, y los
bares del Cachuelo y el Tablones. También se mantienen comercios de
comestibles, como los de la señora Primi y la señora Zenora, o el horno de la familia Velázquez Sojo, donde hacían unos bollos dormidos que, solo su olor, alimentaba, y algún que otro
negocio, como la carpintería mecánica de Ricardo Viñuelas.
Será en las décadas de los 60 y 70 cuando entre en
un claro declive. Desaparecen negocios existentes y no prosperan los que se
instalan de nuevas. La calle está ya herida de muerte en lo que a vitalidad
económica se refiere. En la actualidad no existe en ella ningún negocio. Lo que
sí mantiene es una relativa densidad de población y el abundante trasiego de
gentes y, sobre todo, de coches. No en vano sigue siendo un eje vital de
comunicación que da acceso a los campos de labranza y a la carretera que
nos conecta con la Nacional 430.
Y por ser una calle de especial
tránsito, Jónatan Carranza eligió una de sus paredes para pintar el mural
“Somos Madrigalejo”, de la campaña de micro-mecenazgo llevada a cabo el año
pasado, con la que conseguimos tener en el museo una réplica de la Arracada
celta encontrada en el Castillejo.
¿Y quién era
Luisa Fortuna, que da nombre a la calle?
Esta vía se
llama de Luisa Fortuna desde 1922, y fue como reconocimiento a una señora, de
las principales de Madrigalejo, que sufragó a su costa un edificio para
albergar las escuelas. El edificio en cuestión es donde hoy se encuentra la
Biblioteca Municipal y el N.C.C., y por cuyas aulas pasaron varias generaciones de
niños madrigalejeños. Allí impartieron sus clases maestros como D. Valeriano,
Dª Rosa, D. José Rubio, Dª María Antonia, Dª Dolores, D. Roque, D. Adrián…
Pero antes de
1922, a esta vía se la llamaba Calle Mesones. ¿Por qué? Bueno, esto nos lo van
a contar unas simpáticas vecinas de otros tiempos, encarnadas por Alba Blázquez
y Clara Carranza, y que nos salen al encuentro:
-Petra-
¿Qué te parece, Catalina? Quieren que expliquemos por qué esta es la calle
Mesones…
-Catalina-
Pues más claro, el agua. Hay que empezar hablando del camino real.
-Petra-
Sí, es verdad. Porque justamente por esta calle pasaba el camino real que unía
Guadalupe con Sevilla.
-Catalina-
Y con Lisboa, porque las dos rutas se juntaban en Mérida.
-Petra-
¡Cierto! Y Madrigalejo era punto obligado para pernoctar en esta ruta. Y sepan
ustedes que camino real no era cualquier camino.
-Catalina-
¡Claro que no! Debían tener una anchura suficiente para que pudieran cruzarse
dos caravanas, ¡sin estorbarse!
-Petra-
Y gozaban de una especial protección por parte de la Corona, para que fueran
bien seguros. Venían a ser como las autopistas de entonces.
-Catalina-
Por eso pasaban muchos viajeros por aquí. En esta misma calle, se encontraban
todos los mesones del lugar. Y en algunas ocasiones, no fueron suficientes para
albergar a tanta gente.
-Petra-
Pero, de un modo o de otro, todo el mundo se apañaba… Por algo se dice que
somos un pueblo acogedor.
¡Ay!
¡Cuántas historias podríamos contar…! Desde el siglo XIV hasta el XIX,
estuvieron pasando peregrinos para postrarse ante la Morenita.
-Catalina-
Sí…, y había romeros de toda índole y condición; pobres y ricos, sanos y
enfermos, viajeros y curiosos, devotos y otros, no tanto…
-Petra-
Por estas calles pisaron gentes de las letras y de las artes, de armas,
descubridores y conquistadores, eclesiásticos, y también algún santo que está
en los altares; nobles caballeros y hasta comitivas reales.
-Catalina-
¿Qué no nos creen? Bueno, al menos, podemos sembrar algunas dudas razonables.
Si Cristóbal Colón viajó, como poco, en cuatro ocasiones a Guadalupe… alguna de
ellas dejaría de verse por aquí, ¿o… no?
-Petra-
Cuando volvió después de haber descubierto el Nuevo Mundo, vino a dar gracias a
la Virgen. Pues así se lo había
prometido en medio del fragor de una gran tormenta
¿Por qué otro camino pudo ir o venir?
-Catalina-
¿Y tras su segundo viaje, cuando bautizó a los indios en Guadalupe? ¿Recuerdas
Juana lo extraños que eran?
-Petra-
¡Cómo lo voy a olvidar…! Era la gente más rara que había visto en mi vida. ¿Y
cuándo Hernán Cortés fue a presentar su ofrenda ante Nuestra Señora?
-Catalina-
¡Pues claro! Desde Medellín hasta el Monasterio, este es el camino más derecho.
Y del Gran Capitán…, de Zurbarán…
-Petra-
¡Menudos cuadros pintó el artista para la sacristía del Monasterio! Y ¿Cómo
olvidar al gran Miguel de Cervantes?
-Catalina-
¡Son tantos los recuerdos…!
Pero
vayamos a la Casa de Santa María, que estamos aquí al lado ¿Nos acompañan?
Petra
y Catalina, junto con el tío Sabino y su carro, nos conducen hasta la puerta de
la Casa de Santa María, y allí, nuestras peculiares vecinas siguen contándonos
sus vivencias en esta histórica casa:
-Catalina-
¡Ay Petra! ¡Qué poco queda de lo que entonces fue la gran Casa de Santa María!
-Petra-
Y tan grande…, que su edificios y dependencias ocupaban toda la manzana.
-Catalina-
¡Cuántas cosas podemos contar también sobre ella…! Pero sólo os hablaremos de
algunos de sus visitantes ilustres.
-Petra-
Pues sepan ustedes que, aunque no era una hospedería, en ocasiones se alojaban
aquí grandes personalidades que pagaban por su estancia. Así lo hizo el barón
de Rosmithal, cuñado del Rey de Bohemia, que quedó impresionado con nuestras
caballerizas, donde dijo que cabían más de cien caballos.
-Catalina-
Muchos personajes se hospedaron en aquellos muros. ¡Hasta reyes!, que no es
moco de pavo.
-Petra-
Y como ya saben, vimos morir al gran Fernando el Católico. Pero esa historia,
ya la contaremos en otra ocasión.
-Catalina-
Por cierto, anteriormente D. Fernando ya había estado aquí en otras dos
ocasiones, y mucho más acompañado…
-Petra-
Bien es verdad lo que dices. Cuando llegó con la sombra de la muerte tras él,
su séquito era mucho más reducido: algunos de sus consejeros y los más
incondicionales.
-Catalina-
La reina Germana llegó más tarde, con el tiempo justo de despedirle en su lecho
de muerte.
-Petra-
También el embajador del príncipe Carlos se dejó ver por aquellos días, un tal
Adriano de Utrech, que después llegó a ser Papa…
-Catalina-
El que trajo un séquito impresionante fue el rey de Portugal, don Sebastián. Al
menos, cuatrocientos de a caballo y dos carruajes.
-Petra-
Como que salió todo el pueblo a recibirles, de lo que llamaba la atención. Y si
a alguno se le escapó, lo pudo hacer a la vuelta, que también le hicimos otro
buen recibimiento.
-Catalina-
No tardamos en volver a ver otra gran comitiva. Yo diría que mayor. Era nuestro
Rey Felipe II con toda su familia, los grandes del reino, ilustres personas de
su consejo, prelados y mucha gente más.
-Petra-
¡Claro! Iban hacia Portugal, para que Felipe II fuera proclamado rey de los
portugueses después de morir el pobre rey Don Sebastián. ¡Ni les cuento la
caravana que llevaban!
-Catalina-
Y por último, también pasó por aquí la Reina de Hungría y Bohemia, muy poco
tiempo después…
-Petra-
¡Vamos, que si llega a ser en estos tiempos que viven ustedes, nos habríamos
hartado de hacernos selfis con tanta gente famosa!
-Catalina-
Bueno, ya está bien de tanta perorata, que si nos dejan hablar…, estamos aquí
hasta mañana. Y ustedes tendrán que descansar.
-Petra-
¡Y nosotras también! Así es que ¡Buenas noches!
-Catalina-
¡Buenas noches!, y hasta otra ocasión. ¡Ah!, y tengan cuidado con las
pantaruyas, que esta noche están un poco revueltas…
Una vez que se
han despedido Petra y Catalina, seguimos al tío Sabino que nos lleva para que
nuestra mirada alcance lo que va a salir entre la oscuridad del río…
Con un repique
de tambores se dejan ver unas luminosas pantaruyas entre los árboles. Con las
pantaruyas, se intentaba llamar la atención sobre algún hecho incómodo que
hubiera recibido alguna persona o familia y no tuvieran otros medios de hacer
justicia frente al agraviador. Y por derivación, se utilizaba para meter miedo
a los niños y que se fueran cuanto antes a la cama.
Y al grito de
“¡Pantaruyas en el Sevellar, burros a casa!, terminamos esta visita guiada por
algunas de las calles de Madrigalejo.
Esta actividad
no hubiera podido realizarse sin el concurso y la colaboración de muchas
personas. Por ello, queremos mostrar nuestro agradecimiento a todos ellos:
Al Ayuntamiento
y a Protección Civil por poner en nuestras manos los medios para su realización
y organizar el tráfico en las vías que estuvimos ocupando.
A la
intendencia de Jónatan Carranza, Marisi Moreno y Alba Blázquez.
A quienes se
prestaron a la escenificación: Alfonso Cuadrado, Dolores Escobar, Pepa
Fernández, Juan Antonio Carrero, José Luis Sojo, Clara Carranza y Alba
Blázquez, y a los que participaron en otras ambientaciones: Abel Ferreras,
Checa Noguera, Juan Francisco Paredes, Patricio Sierra y Plácido Prado.
A todos
aquellos que nos prestaron utensilios y cacharros para la puesta en escena, que
colaboraron en el vestuario, que nos cedieron espacio en sus casas, etc.
A Toni Loro y
Guadalupe Rodríguez por su labor de documentación y redacción, así como a todas
aquellas personas que nos informaron de la vida y personajes de antaño.
Y por supuesto,
a todos los que, ávidos por conocer más de nuestro querido pueblo, nos
acompañaron en la visita, pues si no hubiesen acudido, de nada habría valido
todo el esfuerzo y el cariño que pusimos. Y a quienes estáis leyendo estas
páginas, que nos animáis a que sigamos trabajando.