En otra ocasión, dediqué una entrada de Luz de candil a la imagen de San Juan Bautista de nuestra iglesia parroquial. Si queréis recordarlo, podéis pinchar en el enlace https://luzdecandilmadrigalejo.blogspot.com/2018/06/san-juan-bautista-nuestro-patron.html). En aquella ocasión, describí la imagen barroca de San Juan Bautista destacando sus atributos iconográficos: el cordero, la vestidura de piel de camello y el báculo terminado en cruz. Porque cada uno de esos elementos nos ayudan a conocer la figura de San Juan según nos lo presentan los evangelios. Por tanto, se trata de una escultura de culto, destinada a los fieles.
Nos estamos acercando a la celebración de su día, el 24 de junio. Por ello, nos vamos a
fijar, en una forma distinta de mostrar a San Juan, en un momento decisivo de su vida del que le viene el sobrenombre de "El Bautista" y que está presente en otro lugar de nuestro templo parroquial.
Si
se entra en la iglesia por la puerta principal, en el lado derecho y ocupando
la planta baja de la torre, encontramos el baptisterio,
en sintonía con la tradición, pues los baptisterios solían estar junto a la
entrada de los templos. Esta disposición tiene un sentido simbólico, porque el
Bautismo es la puerta de entrada a la fe cristiana y a los demás sacramentos.
En el centro del baptisterio, está situada una preciosa pila bautismal de
cantería, labrada en una pieza, con hojas de acanto y una inscripción alusiva
al renacer a la vida cuando se recibe el Bautismo. Aparte de la pila bautismal,
otro elemento nos informa del espacio en el que nos hallamos; es una
representación del Bautismo de Cristo
en un panel de cerámica situado en una de sus paredes laterales.
La
escena representada es la que nos transmiten los evangelios (Mateo 3, 13-17;
Marcos 1, 9-11 y Lucas 3, 21-22), cuando Jesús está recibiendo el Bautismo de
manos del Bautista en el río Jordán, con los cielos abiertos y el Espíritu
Santo en forma de paloma, y se oyó una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado,
mi Predilecto”.
Encontramos a Jesús con los pies en el agua y las manos en actitud orante, al mismo tiempo que Juan, desde fuera del río y algo más elevado, le echa el agua sobre su cabeza con una venera que porta en su mano derecha. En lo alto, el cielo se representa tormentoso y, de las nubes, surge la paloma que proyecta rayos sobre Jesús.
Encontramos a Jesús con los pies en el agua y las manos en actitud orante, al mismo tiempo que Juan, desde fuera del río y algo más elevado, le echa el agua sobre su cabeza con una venera que porta en su mano derecha. En lo alto, el cielo se representa tormentoso y, de las nubes, surge la paloma que proyecta rayos sobre Jesús.
Predomina
en esta obra el dibujo, que es monocromo, de un azul grisáceo. Las dos figuras
masculinas responden a un mismo arquetipo: con cuerpos atléticos, de cabellos
largos, con barba y unas facciones muy parecidas en sus rostros, que denotaría
el parentesco que les unía. Los dos aparecen nimbados, como signo de santidad.
Y se les distingue fácilmente por sus acciones y por sus atributos: mientras
Jesús recibe el bautismo con el Espíritu Santo en forma de paloma encima, es bautizado por Juan, vestido con piel de camello y portando bastón rematado en cruz.
El
escenario donde se presenta el acontecimiento reproduce un río –concretamente el
Jordán-, en el que destaca el tratamiento del agua, con su transparencia, a
través de la cual se distinguen los pies de Jesús. También se aprecia la piedra
donde apoya uno de sus pies, para dar naturalidad a su postura. La vegetación ribereña
está presente en la esquina inferior derecha, a los pies del Bautista. Entre el
follaje, hay piedras, y en una de ellas, se encuentra la fecha y la firma de la
obra: Ruiz de Luna, Madrid, 64.
Ruiz
de Luna es el nombre de una fábrica de cerámica artística fundada por Juan Ruiz
de Luna (1863-1945) en Talavera de la Reina, que había tenido como predecesora
a la fábrica Cerámica Artística Nuestra
Señora del Prado, fundada en 1908 por el mismo Juan Ruiz de Luna y su socio
Enrique Guijo. A ellos se debe el renacer de la cerámica artística talaverana. La
sociedad se disolvió en 1915 y Juan Ruiz de Luna continuó con la fábrica en
solitario, ya como Cerámicas Ruiz de Luna.
A ella se fueron incorporando sus hijos y su yerno Francisco Arroyo, como
director artístico. La Fábrica tuvo sucursal en Madrid y cerró en 1961, aunque
algunos de sus descendientes continúan con la labor, tanto en Madrid como en
Málaga.[i]
Nuestro
panel de azulejos está fechado en 1964, por tanto, procede de uno de los
descendientes madrileños de Ruiz de Luna. Se incorporó a nuestro patrimonio en
la restauración que se llevó a cabo en la iglesia a principios de los años 60
del siglo pasado. Algunas de sus piezas están rachadas, y es que, según hemos sabido a través de Choco, muchos azulejos se rompieron en el transporte, que fue a través del ferrocarril hasta
la estación de Villanueva de la Serena. Por ello, al colocarlas, hubo que
hacerlo con mucho cuidado encajando cada una de las piezas, como si de un puzle
se tratara.
Y
termino recordando que, para valorar nuestro patrimonio, es necesario conocerlo.
Desde hace medio siglo aproximadamente, esta obra forma parte del legado que nos están dejando nuestros antepasados. Esta manifestación artística nos ayuda a conocer mejor la figura de nuestro patrón y transmitirlo a las generaciones venideras, para que puedan seguir celebrando la fiesta de San Juan Bautista.
¡Feliz
día de San Juan para todos!
Guadalupe Rodríguez Cerezo.
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