En cierta ocasión oí decir que, de una
forma o de otra, todos estamos interconectados. La elección del Papa León XIV,
que viví con alegría y esperanza, al mismo tiempo y en otro sentido, me llevó a
considerar algunas coincidencias que no me resisto a compartir. Su condición de
religioso agustino y el hecho de haber elegido, como pontífice, el nombre de
León me llevaron a recordar al padre Luciano Rubio (1909-1997). Ambos comparten
ser religiosos de la Orden de San Agustín y ambos han servido a sus hermanos
como priores generales de la Orden: Luciano Rubio, entre 1959 y 1965, y Robert
Francis Prevost, entre 2001 y 2013. Pero, además, el nombre de León XIV, me
llevó a la figura del diplomático y viajero del S. XVI “León el Africano” -protegido
del Papa León X, de quien recibió su nombre cristiano- y al trabajo que el P.
Luciano había realizado sobre la obra de este personaje.
Por
todo ello y por el vínculo que al padre Luciano le unía con Madrigalejo, me
parece oportuno recuperar un artículo que escribí en 2010, titulado “Sobre la edición crítica de la Descripción de África
de León el Africano en castellano. El padre Luciano Rubio”, que está
publicado en la revista Talarrubias[1].
A continuación, reproduzco la esencia de aquel artículo, con ligeras variantes:
El
Padre Luciano Rubio (O.S.A.)
Es
significativa la importancia de la traducción y edición crítica de la Descripción de África del Padre Luciano por
haber sido la primera realizada en castellano[2]
directamente del italiano; pero, además, hay que destacar su metodología, basada
en intentar “reflejar lo más exactamente
posible el texto primitivo, procurando, al mismo tiempo, obtener una redacción,
si no literaria, al menos lo más correcta posible” (…) y en “corregir inexactitudes de León Africano,
completar las referencias con las de otros historiadores y geógrafos árabes y,
sobre todo, identificar la verdadera situación de las localidades citadas,
siempre que en el texto no se halle claramente indicada ésta”[3],
como el mismo P. Luciano explica.
El
padre Luciano Rubio nació en Posada de Omaña (León) en 1909. Con sus palabras conocemos
su ser esencial: “…discípulo de Asín
Palacios y humilde agustino del Monasterio del Escorial (…) Mis manos sólo han
sabido de las caricias del papel en los libros y de los roces de los hábitos de
lana. He visto de cerca el oro de los reyes y de los príncipes y también he padecido
el hierro de las cadenas durante la Guerra Civil. Mis labios han rezado miles
de oraciones, mis ojos han leído miles de códices y manuscritos, mis pies han
recorrido muchas ciudades y varios imperios…”[4].
Ellas reflejan sus dos grandes vocaciones, la religiosa y la intelectual;
también hablan de los sufrimientos padecidos y de sus contactos con las más
altas dignidades. Aparte de sus estudios en Teología, contaba con una sólida
formación filosófica y filológica; era políglota: hablaba árabe, francés,
castellano, alemán, hebreo, latín, griego e italiano. Ejerció de bibliotecario en
la Real Biblioteca del Escorial, donde pasó la mayor parte de su vida, un lugar
privilegiado para su labor investigadora. También hay que destacar su labor
docente, que fue prior del Monasterio del Escorial, prior provincial de la
provincia Matritense, asistente general de la orden de S. Agustín, prior
general de la Orden, padre conciliar en el Concilio Vaticano II y miembro de la
Comisión de Misiones, así como perito en las últimas sesiones del Concilio,
nombrado por Pablo VI. Vivió en Chicago, Hipona y Roma. Fue nombrado Doctor
“Honoris Causa” en Lenguas Semíticas y en Derecho por dos universidades
estadounidenses. En su extensa bibliografía, pueden cuantificarse más de
sesenta trabajos publicados[5].
Sus últimos años los vivió de nuevo en El Escorial, donde entregó su alma a
Dios en 1997[6].
El
P. Luciano Rubio, hermano de D. Ubaldo
Al
Padre Luciano le unía un importante vínculo con Madrigalejo, que le trajo en
algunas ocasiones a nuestra localidad. Este vínculo era su hermano Ubaldo, -D.
Ubaldo Rubio, que muchos recordarán-, quien fue durante varias décadas
secretario de nuestro Ayuntamiento. Aquí, en Madrigalejo, se estableció con su
familia, aquí nacieron la mayor parte de sus hijos, aquí residió el resto de su
vida y aquí falleció en 1982. Fue un hombre muy culto, que dejó obra escrita en
diversos artículos con la firma de Waldo Rubio Calzón, como “Datos históricos”
(Revista de las Fiestas Patronales de San
Juan. Madrigalejo. 1965), “Madrigalejo: Pequeñas historias locales” (Diario
Hoy. Badajoz. 10/07/1974), “La Casa
de Santa María de Guadalupe en Madrigalejo” (Revista Alcántara. Nº194. 1979), “Fechas en que estuvo en Madrigalejo el
rey don Fernando V El Católico y documentos que lo testifican” (Revista de Estudios Extremeños. XXXVIII.
Badajoz, 1982), entre otros. También recogió la relación nominal de los vecinos
de Madrigalejo pocos años después del derribo del castillo de García de Vargas
por Isabel la Católica[7].
Además, a él se debieron, junto al entonces alcalde don Francisco Gómez Lozano
de Sosa, los actos conmemorativos del V centenario del nacimiento del rey
Fernando el Católico que se celebraron en Madrigalejo en 1952[8].
Y cuando el Ayuntamiento se planteó la posibilidad de organizar algún acto para
conmemorar el V centenario del nacimiento del rey Católico, y ante la falta de
documentación en nuestra localidad sobre fallecimiento de este monarca, D.
Ubaldo echó mano de su hermano, el P. Luciano Rubio, quien, como bibliotecario
del Monasterio del Escorial, intervino oportunamente facilitando copias de
documentos históricos y de crónicas relativas a los acontecimientos que se
sucedieron en nuestra localidad en 1516[9].
Esa documentación aportada por el P. Luciano fue la base para los estudios
sucesivos que nos acercaron al conocimiento de los hechos de la firma del
testamento y muerte del rey Fernando el Católico en Madrigalejo. Y a lo largo de tantos años de vida de D.
Ubaldo en Madrigalejo, el P. Luciano tuvo oportunidad de visitar en varias
ocasiones nuestra localidad, para pasar algunos días con su hermano y su
familia, participando en los acontecimientos familiares y estando siempre
presente de una forma especial en los momentos difíciles.
Traducción y edición crítica de Luciano
Rubio de León el Africano
En
1999 se publicó en castellano la obra de LEÓN el AFRICANO: Descripción de África y de las cosas notables que en ella se
encuentran[10]. Es
una edición de la editorial “Hijos de Muley-Rubio”, a partir de la traducción y
estudio crítico del Padre Agustino Luciano Rubio, cuyo trabajo lo había
realizado algunas décadas antes y que se publicó tras su fallecimiento. La obra
de León el Africano es fundamental para el estudio del Magreb del S.XVI, porque
su descripción es la de un testigo, que vivió en aquella centuria y visitó
aquellos lugares. También es importante el análisis de la obra realizado por el
P. Luciano.
León
el Africano y su obra
Al-Hasan
b. Muhammad Al-Wazzan Al-fasi Al-Garnati (León el Africano) nació en Granada en
torno a 1487-1488. Tras la conquista de Granada en 1492, él y su familia emigraron
a Fez. En esta ciudad recibió una sólida educación en las letras árabes y en la
religión islámica, apoyada en las disciplinas habituales de la época (Retórica,
Poética, Derecho y Teología). Al terminar sus estudios, emprendió viaje a Constantinopla,
la Meca y otros territorios del próximo Oriente. Después entró al servicio de
los soberanos de Fez y, más tarde, se unió al Xerif Muhammad, con quien
recorrió gran parte del Magreb proclamando la guerra santa contra los
portugueses. En los años siguientes, viajó por el norte de África y visitó de
nuevo Constantinopla. Sobre 1519 fue apresado por una escuadra cristiana o por
corsarios sicilianos en la isla de Gelves y fue llevado a Italia. En Roma le
tomó bajo su protección el Papa León X[11].
Este pontífice le indujo a bautizarse con los nombres cristianos de Juan León
(el nombre de pila del Papa y el que había tomado como pontífice). Su espíritu
andariego le llevó a viajar por todo el territorio. Tras la muerte de León X en
1521, se planteó regresar a África, aunque no lo hizo hasta 1529-1530,
instalándose en Túnez, donde volvió a la fe del Islam. Hasta aquí los datos
fiables que se conocen de su vida [12].
La
importancia de León el Africano se centra en su obra, donde dejó escritas las
vivencias de sus numerosos viajes. Destaca entre toda ella su Descripción de África y de las cosas
notables que en ella se encuentran, publicada por primera vez en lengua
italiana en Venecia en 1550 por el geógrafo Giovanni Battista Ramusio[13].
Este libro escrito en el siglo XVI, es fundamental para el estudio del norte de
África por el valor de los datos que aporta, hasta el punto de que, “durante tres siglos, León va a ser la única
fuente de información geográfica acerca de Marruecos”[14].
Es un verdadero manual, donde se describen paisajes, ciudades, aldeas,
edificios… se proporcionan datos como el número de hogares que componían cada
localidad, los impuestos que pagaban, las distancias que separan a unas de
otras… se retratan a los pobladores de cada lugar, sus vestimentas, su
carácter, sus vicios y virtudes, su
economía, sus costumbres… se cuentan anécdotas vividas en determinados lugares
y se opina sobre otras que le hubieran contado, aunque no las presenciara, así
como las que hubiera leído de autores antiguos. Pero, sobre todo, es especial la
Descripción de África por la fusión
que hace de la tradición árabe y europea en cuanto a los conocimientos
geográficos[15].
La novela de Amin Maalouf
Sin
duda, esta Descripción de África fue
la fuente principal de la que bebió el escritor libanés Amin Maalouf para
escribir su célebre novela León el
Africano[16].
Hasta en ocho ocasiones el protagonista del relato hace alusión a la obra del
S. XVI y el escritor toma de ella de forma literal infinidad de descripciones,
anécdotas, historias, curiosidades… las mismas que vamos encontrando en la
lectura del libro escrito por Juan León Africano. Verdaderamente, si este
nombre resulta conocido a una gran mayoría, es gracias a Amin Maalouf, que popularizó
su figura haciéndole protagonista de su novela y lo mostró como un personaje
aventurero, trotamundos incansable, culto, gran observador y amante de la vida.
Aunque en esta obra nos topemos con un personaje novelado, no debemos olvidar
que León fue una persona de carne y hueso. El mismo Amin Maaloof dice que “la escritura novelesca no es sino una puesta
en escena, una dramatización de nuestros propios sueños y fantasmas. (…) que
tiende a servirse de la verdad más bien que a servirla, y cuyas únicas
obligaciones son de carácter estético, pudiendo en consecuencia desentenderse
de la veracidad histórica y sustituir legítimamente la realidad por lo
verosímil, y lo verosímil por lo imaginario”[17].
Si
bien el personaje de León el Africano es el factor común de Amin Maalouf y del
Padre Luciano Rubio, el tratamiento es totalmente diferente, pues, y volviendo
a tomar las palabras del novelista libanés, “la labor crítica y traductora de Luciano Rubio está basada, ante todo,
en la precisión documental, en el rigor histórico y filológico, en la
paciencia, en la humildad[18]”.
Conclusión
De
esta forma vemos cómo la actualidad, en este caso la elección del Papa León XIV,
la hacemos más nuestra. Sin duda, los católicos ya le queremos y nos sentimos
más unidos a él por ser nuestro pastor, el sucesor de Pedro. Pero, además,
desde que supimos que era agustino y que había elegido por nombre León para su
pontificado, nos llevó nuestra mente al padre Luciano Rubio y a su trabajo de
traductor, en este caso de la obra de León el Africano y su relación con el
Papa León X. A su vez, el padre Luciano nos hizo recordar a su hermano, D.
Ubaldo Rubio Calzón, que durante tantos años estuvo al frente de la secretaría
del Ayuntamiento de Madrigalejo, y por tanto, a entablar una interconexión del
nuevo pontífice con nuestra localidad.
Guadalupe
Rodríguez Cerezo.
[1] G.
RODRÍGUEZ CEREZO: “Sobre la
edición crítica de la Descripción de África de León el Africano en
castellano. El padre Luciano Rubio”. Revista Talarrubias, nº22 - 2010.
Pp. 133-141.
[2] Descripción de África…op.cit. en las
páginas dedicadas a NUESTRA EDICIÓN, firmadas por Federico Utrera y J.L. López
Bretones.
[3]
Ibidem, en las páginas dedicadas a NUESTRA TRADUCCIÓN, firmadas por Luciano
Rubio.
[4]
Ibidem, en la solapa del libro.
[5]
Ibidem, en las páginas dedicadas a la Bibliografía
de Luciano Rubio, firmadas por Modesto González Velasco.
[6]
Ibidem, estas notas biográficas las hemos tomado de las páginas dedicadas a Homenaje a Luciano Rubio firmadas por
Miguel Ángel Orcasitas, prior general, y Felicísimo Castaño.
[7]L.
RODRÍGUEZ AMORES: Crónicas Lugareñas.
Madrigalejo. Tecnigraf Editores. Badajoz, 2008. Ibidem, páginas 171 y 172.
[8]
Ibidem, página 249.
[9] W.
RUBIO CALZÓN: “Fechas en que estuvo en Madrigalejo el rey don Fernando V “El
Católico” y documentos que lo testifican”. Revista
de Estudios Extremeños. XXXVIII. Badajoz, 1982. Páginas 552 y 553.
[10] LEÓN
EL AFRICANO; Descripción de África y de
las cosas notables que en ella se encuentran. Año 1550. Venecia. MDL.
Traducción y edición crítica de Luciano Rubio. Editorial HMR Hijos de
Muley-Rubio. Madrid. 1999.
[11] León
X, cuyo verdadero nombre era Giovanni de Médici, fue uno de los pontífices más
representativos de la Roma renacentista, que se rodeó de los mejores creadores
de las letras, las artes y las ciencias del momento.
[12]
Estas notas están tomadas de la biografía que el Padre Luciano Rubio hace de
León el Africano en la Introducción de la edición crítica de la Descripción de África... op.cit.
[13]
Ibidem, en las páginas dedicadas a las obras de León Africano.
[14]
Ibidem, palabras literales tomadas de la “Influencia de la Descripción de
África” que el P. Luciano escribe de León el Africano en la Introducción de la
edición crítica de la Descripción de
África… op. cit.
[15]
Ibidem, en la página dedicada a “Valor e influencia de la Descripción de
África”.
[16] Amin
MAALOUF, León el Africano. Libro de
Bolsillo. Alianza Editorial S.A. Madrid.
1991.
[17]
Palabras de Amin MAALOUF en el prólogo del libro: LEÓN EL AFRICANO; Descripción de África y de las cosas
notables que en ella se encuentran. Traducción y edición crítica de Luciano
Rubio. Op.cit.
[18]
Ibidem.
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