domingo, 14 de enero de 2018

¿POR QUÉ FUE TRANSCENDENTAL EL TESTAMENTO QUE EL REY FERNANDO El CATÓLICO FIRMÓ EN MADRIGALEJO?

Detalle de la escultura del Rey Fernando orante.
Obra de Felipe de Vigarny.
Capilla Real de Granada.

(Estas líneas ya fueron  divulgadas a través de las redes sociales en enero de 2016, cuando iban a comenzar las celebraciones del V Centenario del fallecimiento del rey Fernando el Católico. Ahora recogemos en Luz de candil este artículo, con ligeros variantes.)

“Mediaba el mes de enero de 1516 y el rey Fernando el Católico, con una parte de su séquito, viajaba hacia Guadalupe procedente de Plasencia. El monarca, que sufría una grave dolencia desde hacía unos tres años, sufrió un empeoramiento en su enfermedad en las cercanías de Madrigalejo, por lo que fue conducido a la Casa de Santa María, un conjunto de edificios que eran propiedad del Monasterio de Guadalupe. Desde el principio, sus acompañantes se percataron de la gravedad  de la situación; sin embargo, a don Fernando, le costó aceptar las recomendaciones que le hicieron: “que si tenía asuntos pendientes que arreglar en el cielo y en la tierra era el momento de enmendarlos”. No debía tener su conciencia muy tranquila cuando, al darse cuenta de que se le acababan los días en este mundo, mandó llamar a su confesor, Fray Tomás de Matienzo, con quien confesó largamente, y a sus consejeros, a quienes pidió parecer acerca de las disposiciones de sus testamentos anteriores y, advirtiendo los peligros que podían acarrear aquellas mandas, decidió otorgar un testamento que fuera nuevo de principio a fin. Pero, volvamos atrás…

Casa de Santa María en Madrigalejo.

Es un hecho constatado que, con el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (Valladolid, 1469), comenzó a gestarse la Unión de los Reinos que conformaban las Coronas de Castilla y de Aragón. Ya desde el inicio de su gobierno, en las disposiciones de la Concordia de Segovia (15-enero-1475), es notorio el gran objetivo que llevaban en mente Isabel y Fernando al adoptar un mismo escudo para ambos y la distribución de los cuarteles en el mismo: se trataba de la representación gráfica de la Unión de los Reinos. Además, todas las directrices de su política interior llevaban hacia ese mismo fin: la nueva forma de gobernar desde la centralización de una monarquía autoritaria, basándose en el respeto a las leyes y a los fueros; el sometimiento de la nobleza y del clero; la creación tanto de un ejército permanente y moderno como de una serie de instituciones, estableciendo un cuerpo de funcionarios procedentes de la baja nobleza y de la burguesía que hicieran posible la llegada de la soberanía de los reyes a todos sus territorios; la reorganización de la hacienda y de los impuestos generales; el fin de la Reconquista con la toma de Granada; la unidad religiosa con la expulsión de los judíos y de los musulmanes del Reino de Granada….

 Fernando el Católico.
Obra de Zubbita.
Casa de Santa María en Madrigalejo.

Todo parecía ir transcurriendo según lo previsto hasta que el destino comenzó a jugar en su contra. Uno tras otro iban falleciendo los príncipes herederos. Primero fue Juan, en 1497, a los seis meses de su matrimonio con Margarita de Austria, quien llevaba ya en su seno una criatura que nació sin vida. La siguiente en el orden sucesorio era Isabel, Reina de Portugal, casada con Manuel I, que también falleció en 1498 al dar a luz a su hijo Miguel. Y este príncipe, que estaba llamado ceñir las coronas de Portugal, Castilla y Aragón, también murió antes de cumplir los dos años de vida. La sucesión recaía entonces en la tercera hija de los Reyes Católico, Juana, casada con Felipe, Archiduque de Austria; pero tampoco venían buenas noticias de Flandes… la princesa Juana empezaba a dar muestras de su enajenación mental y no ayudaban en absoluto las intrigas de su esposo. Con este panorama, la reina Isabel la Católica, en su testamento (1504), nombraba regente de Castilla al Rey Fernando, consciente de que la enfermedad imposibilitaba a su hija Juana para gobernar y de que las intrigas de su yerno podían perjudicar más que favorecer los intereses de Castilla. Aun así, y obviando dicho testamento, Felipe el Hermoso hizo valer, con la ayuda de los nobles castellanos, sus derechos como esposo de la Reina Juana y asumió el poder efectivo, rodeándose y colocando en los altos cargos a gente foránea. Al Rey Fernando no le quedó otra alternativa que retirarse a la Corona de Aragón.

Muy tocado debieron dejarle al Católico los tejemanejes del Hermoso cuando, en una de sus jugadas diplomáticas, se casó con Germana de Foix, sobrina del Rey de Francia, en 1505. Con ello, no sólo pretendía afianzar su poder en sus territorios en Italia, y de paso fastidiar a Felipe y a su abuelo Maximiliano, sino que también estuvo buscando un heredero para sus reinos patrimoniales y, con ello, evitar que sus súbditos fuesen regidos por los Habsburgo. En definitiva, el Rey Fernando abandonaba el gran objetivo por el que tanto habían luchado la Reina Isabel y él. Y a pesar de que asume de nuevo la regencia de Castilla por la repentina muerte de su yerno en 1506, Fernando el Católico siguió intentando que la Reina Germana le diese un hijo varón que heredara los reinos de la Corona de Aragón. 


Fernando el Católico.
Obra de Adrián Moreno.
En el Centro de Interpretación de Madrigalejo.

Pero viendo que el sucesor no llegaba y notando ya su salud bastante minada a causa de unos brebajes vigorizantes, decidió, como un mal menor, testar, hasta en dos ocasiones (en Burgos y en Aranda de Duero,) en favor de su querido nieto Fernando, para que asumiera las regencias de Castilla y de Aragón, hasta que su hermano Carlos, el legítimo heredero, viniese a hacerse cargo de su gobierno. Desde Flandes, el príncipe Carlos no perdía detalle de lo que ocurría en Castilla, por lo que, a finales de 1515, envió a Adriano de Utrech a la corte de su abuelo (que por entonces se hallaba en Plasencia y en Abadía) para que velara por sus derechos sucesorios…

Retomemos de nuevo el tema en la Casa de Santa María de Madrigalejo, cuando el Rey, moribundo, con el asesoramiento de sus consejeros Galíndez de Carvajal, Vargas y Zapata, reflexiona y decide otorgar un nuevo testamento. Y es que, aunque la heredera universal de todos sus bienes era su hija, la Reina Juana, su incapacidad para gobernar hacía necesario nombrar un regente que asumiera el poder efectivo. Para el rey Fernando, su nieto Carlos era un desconocido, porque se había criado en Flandes, y había sido educado por el emperador Maximiliano. Además, pensaba que su lejanía y su nulo apego a las tierras hispanas le impedirían ejercer sus funciones de gobierno y pondría el poder en manos extranjeras, que mirarían más por su propio interés que por los del Príncipe y sus Reinos. Por el contrario, su hermano, el infante don Fernando, a quien él mismo había criado en las costumbres y maneras de aquí, le parecía más idóneo para asumir la regencia, y por ello le había nombrado regente en sus últimos testamentos.


Facsímil del Testamento del Rey Fernando el Católico.
Primera página.
El documento original está custodiado por la Casa de Alba.

Sin embargo, los consejeros recordaron al Rey todo lo que les había costado reducir estos Reinos a la buena gobernación y le advirtieron sobre los peligros que supondría dejar tanto poder al infante, quien, por ser hijo de reyes, podría sentir el deseo de disputar la Corona a su hermano, para lo que, sin duda, sería ayudado por los nobles de Castilla, que verían una gran oportunidad para recuperar el poder perdido, aprovechando la corta edad del infante. Por todo ello, los consejeros le hicieron ver que, para evitar posibles conflictos, lo más acertado era dejar la gobernación a quien por derecho de primogenitura le pertenecía, es decir, al príncipe Carlos. En ese momento, llorando amargamente, el Rey Fernando decidió otorgar un nuevo testamento… Pero aún quedaba por decidir quién ejercería el poder hasta la llegada del Príncipe a nuestras tierras. En Aragón, se nombraba al arzobispo de Zaragoza, don Alonso de Aragón, hijo natural del Rey, y, en Castilla, el cardenal Cisneros fue el elegido.

Facsímil del Testamento del Rey Fernando el Católico.
Firmas del Rey y de los testigos.
El documento original está custodiado por la Casa de Alba.

Tras mucha urgencia, el testamento estuvo listo y fue firmado en el atardecer del 22 de enero de 1516 y, a las pocas horas, en la madrugada del 23, el Rey Fernando falleció.”

Por tanto, la firma de este importante documento resultó ser una pieza clave en la cimentación de lo que hoy es el Estado Español. Es un hecho que debemos conocer para así valorarlo en su justa medida.

Guadalupe Rodríguez Cerezo

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