viernes, 8 de noviembre de 2024

CENTENARIO DE LOS HEROES DE KOBBA-DARSA

Ya se ha escrito acerca de los Héroes de Kobba-Darsa. Concretamente, en Cónicas Lugareñas. Madrigalejo, de Lorenzo Rodríguez Amores, las últimas páginas del libro (453-456) están dedicadas a aquel episodio de la Guerra del Rif. Previamente, ya había presentado un trabajo en los VI Coloquios Históricos de Extremadura celebrados en 1976, trabajo del que el periódico Hoy se hizo eco en un artículo publicado el 22 de octubre del mismo año. Para aquel artículo, había recogido la experiencia vivida por uno de aquellos héroes, concretamente el madrigalejeño Lorenzo Jiménez Felipe.

Diario HOY, 22 de octubre de 1976

Mayor trabajo de investigación fue el realizado por Miguel Ángel Rodríguez Plaza, que dio como fruto su libro 22 Héroes cacereños: Kobba-Darsa 1924, resultado de una intensa labor de archivo y de un minucioso trabajo de campo, acudiendo a los lugares de origen de aquellos héroes, acompañado de un interesante material fotográfico, otra de las grandes pasiones del autor del libro.


     

Antecedentes

El asedio a la posición de Kobba-Darsa se desarrolló en el contexto de la guerra de África. Concretamente fue en la llamada Guerra del Rif o II Guerra de África (1911-1927), cuando las tribus rifeñas se sublevaron contra el protectorado español y francés en el sultanato de Marruecos. El conflicto fue enquistándose y, para hacerlo frente, se decidió aumentar la presencia española incrementando el número de soldados, la mayoría procedentes de reemplazo forzoso, de origen humilde. Esta mayor presencia militar no significó que mejoraran las cosas; todo lo contrario, con unas tropas desmotivadas y mal pertrechadas, mal entrenadas y peor dirigidas, no pudieron hacer frente en Annual (1921) al empuje de los rifeños dirigidos por líder independentista Abd-el-Krim, en un número muy inferior, pero que conocían perfectamente el terreno que pisaban.

Tras la apabullante victoria de los indígenas, Abd-el-Krim declaró la República del Rif. Y aquella abrumadora derrota del ejército español, conocida como el “desastre de Annual”, hizo temblar la misma monarquía constitucional de Alfonso XIII, produciéndose una gran crisis política en un ambiente ya de por sí muy revuelto y que, a la postre, fue uno de los detonantes del golpe de Estado del General Miguel Primo de Rivera (septiembre de 1923) y de la instauración de la Dictadura, que duró hasta 1930.

 

Mozos de reemplazo

El ejército se nutría entonces de soldados de reemplazo. Se trataba de un servicio militar obligatorio, formado por mozos reclutados y enviados muchos de ellos directamente a la guerra, en este caso a las trincheras del Rif. En momentos de graves conflictos bélicos, como es el caso, muchos fueron carne de cañón. Un ejemplo claro fue el desastre de Annual, donde cayeron unos 11.000 soldados. Por tanto, aquellos mozos llamados a filas, destinados a los territorios donde se libraba la guerra, veían a la muerte cara a cara. Sólo había dos formas de librarse del alistamiento forzoso: pagando 6.000 reales a la Hacienda Pública o buscando un sustituto que hiciera la milicia por él. Aquel era un desembolso de dinero que no podía ser satisfecho por la mayor parte de la población, especialmente los habitantes de los territorios más desfavorecidos, como era el caso de Extremadura. De esta injusta circunstancia brotó la copla popular:

 

Si te toca, te toca,

que te tienes que ir,

que tu madre no tiene

para librarte a ti.

 

Los mozos madrigalejeños de reemplazo Juan Sojo Carranza y Lorenzo Jiménez Felipe fueron llamados a hacer el Servicio Militar y fueron destinados a Ceuta. Ellos, como sus demás compañeros, eran jóvenes que apenas habían salido de sus pueblos, que no conocían más mundo que sus lugares de origen y se toparon con la cruda realidad de una guerra en un territorio lejano y desconocido.


Juan Sojo Carranza

Lorenzo Jiménez Felipe


El blocao de Kobba-Darsa

Los blocaos eran pequeños fuertes construidos, de forma efímera, generalmente en zonas elevadas, desde donde se dominaba un amplio territorio. Al estar en lugares elevados, raramente disponían de agua, por lo que debían bajar a los ríos y arroyos más cercanos para abastecerse de ella, que transportaban en mulas de forma periódica. Esta operación tan necesaria era, al mismo tiempo, muy vulnerable, porque estaban al amparo de toparse con cualquier elemento enemigo. Los blocaos estaban repartidos por el territorio que debían dominar a una distancia de aproximadamente unos 30 Km., pero estaban aislados unos de otros, lo que hacía que su defensa fuera también vulnerable en caso de ser atacados.

Kobba-Darsa era uno de aquellos blocaos. Esta posición tan sólo estaba protegida por una alambrada y unos sacos terreros; un par de tiendas de campaña servían para dar cobijo a los soldados, y la comunicación con el campamento base, que se encontraba de Uad-Laud, se establecía a través de un equipo de heliógrafo.

Aquel junio de 1924, defendían el blocao de Kobba-Darsa un oficial, tres soldados de telégrafos y una treintena de soldados de infantería del regimiento Serrallo 69. De la treintena de soldados, 22 eran oriundos de la provincia de Cáceres y, dos de ellos -Juan Sojo Carranza y Lorenzo Jiménez Felipe-, eran naturales y vecinos de Madrigalejo. 

 

Cerco de Kobba-Darsa

El 25 de junio de 1924, el blocao de Kobba-Darsa fue atacado por los rifeños y, aunque defendieron la posición, quedaron atrapados en su cerco durante varios días. Al conocer la situación, salieron fuerzas de Uad-Laud, pero no lograron romper el cerco. Tan sólo el teniente Gil de Vergara pudo romper la línea, jugándose el pellejo, y entrar en el blocao porque llevaba la orden de sustituir al teniente Pueyo, que había conseguido destino en la Península. A partir de ese momento, en la posición hubo dos oficiales.

Trataron de socorrerlos en varias ocasiones, pero fueron intentos fallidos. Los días iban pasando y se agotaban los víveres, por lo que las provisiones se fueron racionando de forma dramática. Una durísima galleta, con la que se entretenían varias horas, y el agua que cabe en una copa de aguardiente era la ración diaria que recibía cada uno. Era tanta la sed que pasaban que, una tarde en la que cayó un aguacero, tendieron la ropa en el suelo para que se mojara lo más posible y poder después chupar su humedad. Incluso llegaron a beber sus propios orines. A todo esto, debido al intercambio de disparos, murieron los seis mulos con los que habían transportado la impedimenta, se descompusieron rápidamente a causa del sofocante calor, lo que provocó un olor nauseabundo. Todo esto da idea de que resistieron hasta límites insospechados. Aguantaron, sí, aguantaron aquellos jóvenes, porque estaban ya bien curtidos en el duro trabajo del campo extremeño.

Un día supieron a través de un mensaje recibido por heliógrafo que un avión sobrevolaría su posición para dejarles caer sacos de hielo y botes de leche. Tan bajo voló el aeroplano que fue derribado por el enemigo en la misma alambrada. Jugándose la vida, los dos oficiales, un cabo y el soldado Lorenzo Jiménez salieron a socorrer a los pilotos, aunque fue inútil, porque habían fallecido, y amenazados por el continuo fuego enemigo, sólo pudieron recuperar las pistolas de los pilotos, como manda el reglamento. Por la noche, los rifeños quemaron el aeroplano.

Estaban ya al límite de su resistencia cuando recibieron un mensaje que decía: “Imposibilidad inmediata de auxilio. Tienen plena libertad de tomar la decisión que estimen más conveniente”. En esta dramática situación surgieron dudas y se plantearon la posibilidad de salir a la desesperada por si alguno pudiera salvarse, pero habría que dejar abandonados a los heridos. Un soldado de Arroyomolinos de Montánchez terció: “Aquí no se deja abandonado a nadie. O nos salvamos todos, o todos perecemos”. La única esperanza era que sabían que no estaban olvidados.


Entonces llegó la liberación por un grupo de legionarios formado por fuerzas indígenas al mando del teniente coronel Francisco Franco. Fue el 6 de julio, a unas horas de calor tan intempestivas que les pilló por sorpresa a los propios rifeños, cuando se rompió el cerco y fueron liberados.

 

Condecoraciones y homenajes

Cuando llegaron exhaustos al campamento base de Uad-Laud, les ofrecieron una comida de confraternidad y un sobre con 10 duros. Después de pasar unos días en el hospital, les concedieron un mes de permiso. Y todos ellos fueron condecorados con la Medalla Militar, por la que se reconoció el destacado mérito en la defensa de la posición de Kobba-Darsa.

Al llegar a la Península, les hicieron varios homenajes. Concretamente el alcalde de Cáceres les dio una gran comida en un buen hotel de la capital. Los dos soldados de Madrigalejo no asistieron porque se bajaron del tren en Villanueva de la Serena y querían llegar cuanto antes a su pueblo para estar con sus familias. De Villanueva fueron andando hasta Madrigalejo, donde el vecindario salió a recibirlos a la Cruz de los Barreros, al son de un buen repique de campanas.

 

En el Centenario de los acontecimientos    

Al cumplirse los 100 años del cerco a la posición de Kobba-Darsa, el 29 de junio de 2024, el Ayuntamiento de Madrigalejo y la Asociación Cultural Fernando el Católico organizaron un homenaje a los héroes que defendieron aquella posición.


En la Plaza de la Ermita, como presidenta de la Asociación Cultural Fernando el Católico, abrí el acto dando la bienvenida a todos los presentes, destacando la presencia de los familiares de los héroes y del comandante D. Miguel Ángel Rodríguez Plaza, que tomó la palabra a continuación. Después se escuchó la “Marcha Real”, interpretada por dos alumnos del aula de música. A continuación, el alcalde, D. Sergio Rey Galán, se dirigió a los presentes y entregó una corona de laurel a las hijas de los héroes, y juntos, la llevaron hasta la placa de la calle Héroes de Cobba-Darsa, donde fue colocada.


Las hijas de los Héroes con Miguel Ángel Rodríguez Plaza

Poco después, en la Casa de Santa María, donde se había montado una exposición con fotografías, objetos y recortes de periódicos referentes a los acontecimientos de 1924, los familiares de aquellos héroes contaron, de forma distendida, lo que ellos mismos habían relatado de lo que vivieron aquellos días.

Fue un acto de justicia para poner de manifiesto el arrojo, la valentía y la resistencia sobrehumana de aquellos mozos[1] de reemplazo: Juan Sojo y Lorenzo Jiménez.




Guadalupe Rodríguez Cerezo.   
 

Bibliografía

-“Una gesta extremeña en África”. Periódico Hoy. 22 de octubre de 1976, en la última página.

-RODRÍGUEZ PLAZA, Miguel Ángel. 22 Héroes Cacereños. Kobba-Darsa 1924. Institución Cultural el Brocense. Diputación de Cáceres. Cáceres, 2017.

-RODRÍGUEZ AMORES, lorenzo. Crónica Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S.A. 2ª edición. Badajoz, 2011. Pp. 453-455.

 

Webgrafía

https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Rif

https://es.wikipedia.org/wiki/Desastre_de_Annual

https://es.wikipedia.org/wiki/Dictadura_de_Primo_de_Rivera

https://www.elconfidencial.com/cultura/2023-08-03/guerra-pobres-marruecos_3711639/

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